Lateral de cuerpo presente

Filipe Luis 01

Filipe Luis ha conjurado sin buscarlo una seria amenaza de titularidad. El señor de la izquierda rojiblanca de los últimos siete años -con triste paréntesis en Londres- suponía en Theo Hernández, ahora cedido en el Alavés, la primera y casi única apuesta contra su posición desde que es jugador del Atlético de Simeone. El argentino nunca sintió la necesidad de aventar lo comúnmente denominado como competencia sana para ese puesto, donde fue titular desde su llegada. En su primer año se comió a Antonio López. Álvaro Domínguez apareció por allí algunas veces, diplomático. Igual en su segunda temporada. A la tercera, ni Cisma ni Insúa fueron rivales. Menos aún la siguiente, con el primero ya fuera del club. Ese verano de 2014 el Atlético hizo caja con su salida al Chelsea y lo pagó: cuatro futbolistas normales para una banda de altísima exigencia en los planes del Cholo: Ansaldi, Siqueira, Jesús Gámez a pierna cambiada y Lucas Hernández, el hermanísimo, adaptado. Pues nada que ver. Cuando cuatro futbolistas no son capaces de acercarse juntos a lo que da uno solo, es momento de enmendar la plana. La vuelta de Filipe a Madrid fue celebrada por el gentío y el staff: no sólo lo parecía, realmente era el único insustituible en la plantilla. Con él regresó la obligada y perdida profundidad al tiempo que empezaba a apagarse la de por sí fina advertencia de su reflejo en la derecha, Juanfran. Por eso ahora, cuando más nos divertíamos imaginando la pujanza con el Theo Hernández del Alavés, el brasileño vibra sonriente. Secunda, durante un acto publicitario, la competencia leal con el francés cedido en Mendizorroza, presa dicen del Real Madrid que viene. Pero imagina la papeleta y se dice, juguetón, eterno: «Quiero que vuelva y cuando me retire en diez años dejaré el lateral en buenas manos». Sería la primera vez.

La explosión de Theo a las órdenes de Mauricio Pellegrino puede emocionar pero definitivamente no responde a esas casualidades protagonistas de reparto del fútbol. Por eso se negoció al alza con él el pasado verano, para alejar, por ejemplo, al Barcelona. Potente y veloz, carrilero de antaño, lo más parecido a Filipe a lo que podría aspirar el Atlético en un mercado estrecho, tiene a sus 19 años la opción, repasan las confidencias, de optar por el blanco. Allí tiene a Marcelo, titular en Brasil por delante del mismo Filipe Luis, que ha perdido protagonismo con Tite. Es difícil imaginar, a algunos meses de que se arranquen por tintineos y marionetas en las portadas y los informativos, que Marcelo pierda el paso de su banda. El del Madrid es uno de esos magos de doble cara, irresponsable y alegre, munición amiga ilimitada, que como Filipe a orillas del Manzanares también ha dejado bastante claro ser irreemplazable. El fútbol de confección que replica el mantra de los dos hombres por posición ha revelado cuán crucial es hacerse valer en una sola de ellas. Lograr que te echen de menos. Fabio Coentrao, por ejemplo: empezó su aventura de blanco en el doble pivote y aunque siempre supo lo que hacía en el lado izquierdo, nunca fue Marcelo. Por eso la opción Theo, por concretar, divide a expertos y fieles: Simeone podría hacerle bien dándole la continuidad necesaria el año en que Filipe soplará ya las 32 velas, edad respetable para un lateral de recorrido. Pero si el futbolista prefiere finalmente enfrentarse al reto mayor, no sólo se habrá ganado el respeto del Bernabéu sino también el siempre nutritivo odio de quienes lo consideraban suyo. A Filipe le va el cine de acción, pero pronto dejará de apurar su lateral, por lo innegociable de la vida, y el mercado dispondrá de nuevo a sus Ansaldi, Cisma o Insúa como en una turbia sesión de espiritismo. Bien valdría esto una sonora pataleta.


Foto de portada: as.com

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