Antes de que la pandemia del coronavirus pusiera patas arriba el calendario de estrenos de 2020 y condicionara fatalmente la agenda de los festivales de cine, películas como The Room que ahora son un oasis en el desierto ya causaban un impacto razonable en mitad de la vóragine de un festival como el de Sitges. Fue el año pasado cuando el director francés Christian Volckman pudo apreciar en primera persona cuánto gusta en España el cine inverosímil que abriga la ciencia ficción y cuyas referencias, entre La Cabina de Antonio Mercero, los Cronocrímenes de Vigalondo o la más reciente El increíble finde menguante, de Jon Mikel Caballero. En la acogida a su protagonista, Olga Kurylenko, los comentarios a la salida de los pases y las reseñas de entonces flotaba un común: la perplejidad. The Room es una película que en condiciones normales clasificaríamos de extraña y perturbadora pero que en tiempos de necesidad se ha revelado como un torrente de frescor creativo.
/ Crítica en aullidos.com
Su premisa ya es conocida: pareja en declive decide dar un impulso a su relación estanca entrando a vivir en una nueva casa en la que, sorpresa, nada es lo que parece. El epicentro de la sorpresa está aquí en una habitación que cumple los deseos, principalmente materiales, de sus recientes inquilinos. Pero con una condición: no pueden disfrutarlos fuera de la casa. Esto que al comienzo parece la expresión omnipotente de un genio de la lámpara cíclico acaba derivando en el irrenunciable drama derivado de la siempre áspera cuestión humana. En concreto, de lo que al personaje que encarna Olga Kurylenko le gustaría realmente: ser por fin madre tras dos intentos fallidos, fuente de numerosos conflictos de convivencia y sentimentales con su pareja (que interpreta Kevin Janssens, otra vez intachable en su rol de masculinidad diabólica como en la maravillosa Revenge de Coralie Fargeat).
Todas las opciones que abre el debate sobre la maternidad por presión intrapersonal son revisados por un Volckman que se recrea en giros y detalles a cual más incómodo sobre cuál es el papel de la educación, los secretos y los tabúes en las generaciones emergentes. En The Room, el niño deseado resulta no ser lo que uno habría soñado porque, fundamentalmente, su origen es desconocido y la mezcla que lo ha diseñado, completamente inesperada. En esto recuerda a la fantástica Vivarium, de Lorcan Finnegan y también proyectada el pasado año en Sitges, que se ha estrenado de forma simbólica en España durante este 2020. The Room es, en definitiva, una pequeña obra de cine fantástico con ecos de terror -la pose de casa encantada da paso enseguida a otra historia con mucho mayor peso, abriendo la película en dos- que cumple con nota la triste orfandad de género que en estas circunstancias nos ha golpeado.
Valoración
LO MEJOR : Película atrevida, tensa y razonablemente original que explora sin complejos todos los terrores humanos vinculados a la maternidad a través de la pura ciencia ficción.
LO PEOR : Completamente anárquica e inverosímil, para paladares muy concretos y públicos acostumbrados a encajar sorpresas y giros, desconcierta a menudo.