Hace tiempo que el de tercer central es un rol molesto de asignar en la selección española: a la abismal diferencia entre los dos titulares (Sergio Ramos y Piqué, se entiende: condenados a entenderse pese a todo y mucho más complementarios de lo que ellos mismos creen) se une la particularidad delbosquiana de inventar lo justo y decidir en base a criterios no estrictamente deportivos, lacra que alimenta, él y sus conformes, desde el Mundial de Sudáfrica. Además de Ramos y del propio Piqué, Del Bosque ha incluido a Marc Bartra y Mikel San José en la prelista de 25 para la Eurocopa de Francia, obviando –con permiso del apagafuegos padre, Sergio Busquets- a alternativas como Nacho Fernández, Javi Martínez o, por qué no, el abandonado Raúl Albiol. Aymeric Laporte, al que ha desconsiderado definitivamente Didier Deschamps y lesionado desde finales de marzo, parece el único, por edad y condiciones, capacitado realmente para dar ese relevo generacional a la zaga.
La temporada de Ramos y Piqué en sus respectivos clubes ha sido vergel de portadas y cruces, habiéndose mostrado el catalán sensiblemente más regular que el andaluz y siendo la mayoría de las veces juzgado por lamentables aspectos extradeportivos más que por su correcto desempeño sobre el césped. A la vista de las estadísticas queda meridianamente claro que España cuenta con dos de los mejores centrales del mundo, si no los mejores. Esto no quiere decir, valga la elipsis, que sean perfectos. Ramos, exuberante físicamente, tiende al error por exceso de confianza: a sus 30 años, ya es una baza difícil de apaciguar. A su discutible colocación suma habitualmente errores de bulto en la distribución, pero con todo y eso todavía es una garantía competitiva en los momentos de mayor necesidad por esa sensación que da sobre el campo de llegar a todo –aunque sea tarde-. Piqué, sin igual cuando está en forma, es menos explosivo en la arrancada y sensiblemente más lento, lo que compensa con creces con un juego de pies extraordinario.
La primera alternativa que Del Bosque ha dado a ambos ha sido Marc Bartra, suplente habitual con los últimos entrenadores del Barcelona y a veces incluso cuarta o quinta opción para dar descanso a Piqué y Mascherano en el centro de la zaga azulgrana. De todos, es el que mejor pinta tenía: pero en Barcelona parece apocado y eso le fuerza errores cuando juega que no puede permitirse una selección de primer nivel en torneos cortos. Nacho Fernández, fuera de la prelista, está en las antípodas de esa profecía autocumplida: aunque menos depurado técnicamente que Bartra, Nacho es bastante más eficiente en entradas y cortes, de ahí su polivalencia y que a menudo se destaque de su desempeño la intrascendencia con la que solventa sus partidos. Para un defensa, como para un árbitro, hay pocos elogios de ese tamaño.
Mikel San José e Íñigo Martínez han sido opciones recurrentes que han cuajado de distintas maneras. El primero abarca más campo del que puede permitirse un central en la Selección, pero a cambio también se desempeña como centrocampista, valor que comparte, a la debida distancia, con un Javi Martínez con demasiados problemas físicos durante la temporada. Además, suma un destacado plus goleador muy valorable. Íñigo, que ni siquiera ha ganado diez partidos esta temporada con una Real Sociedad infeliz, no termina de dar el paso hacia lo que se esperaba de él cuando emergió: como a Bartra, le persigue cierta sombra de estancamiento, con la diferencia de que él sí lo juega todo. Entra en las quinielas por inercia, pero no tiene la confianza de Del Bosque.
Esa confianza la perdió en su momento Raúl Albiol, quien paradójicamente iba más convocado cuando no jugaba en el Real Madrid que ahora que es importante en uno de los Nápoles mejor trabajados de los últimos tiempos. En Italia, Albiol ha restaurado su madera de central de nivel en un entorno propenso al error, pero su desconexión de la Selección es otro de los caprichos de Del Bosque que difícilmente se puede explicar desde lo futbolístico. Caso aparte es el ya mencionado de Laporte: todavía con opciones de ser internacional por España, y no muy lejano a esta opción dado el vacío que le hace su primera patria, Laporte tuvo la desdicha de caer lesionado en el peor momento posible, cayéndosele así el sueño de estar en Francia 2016. Rápido y buen pasador, comparte las distracciones puntuales con Piqué y los excesos de Ramos, pero a diferencia de estos dos, ni tan siquiera ha cumplido todavía los 22.
En el resto de selecciones punteras que concurren a la Eurocopa de Francia hay centrales que destacan y centrales que se hacen destacar, esto es, líderes y jugadores. Mats Hummels, ya propiedad del Bayern para la próxima temporada, está en la cúspide. Pepe, a quien el poso de los años y la frialdad ha dado un toque de fiabilidad más superficial de lo que aparenta, sostendrá a Portugal junto a un Ricardo Carvalho inagotable y decente en el Mónaco: Bonucci, defensa para defender, Stones (una de las joyas del verano), Varane (de más a menos en el Real Madrid) y Vertonghen (líder belga a falta de Kompany, lesionado) dejarán el espacio justo a otras realidades defensivas en el torneo. A excepción de Hummels, casi ninguno resiste a nivel estadístico la comparación con Ramos y Piqué. Por eso, en España, es tan difícil ser el tercero. Por eso y porque hay cosas que escapan incluso a los desenfrenados ataques de seleccionador de don Vicente.