Rocky Núñez de Balboa

Yo, que llegué a Madrid en 2016, pensaba hasta ayer que Balboa era el boxeador italiano que gritaba ensangrentado ¡Adrian! tras su derrota. Es tal la potencia mediática de nuestra corte sanchista, que hasta en la última casa de piedra del último pueblo de Ávila, saben hoy que en Núñez de Balboa viven los pijos de toda España. Palos de golf -que en realidad son escobas- mazando mobiliario urbano. Remedos de Jon Manteca con Barbour y castellanos. Establezcamos que son lo que son. Lo que sería todo un detalle es preguntarse, si más allá de llevar ropa de Scalpers, tienen razón. 

Lo bueno de crecer en Asturias es que uno sabe rápido que hay pijos con gomina y sin un chapo; y también, que hay forrados afiliados a ese partido que marca con precisión atómica la moral o’clock de nuestra Españita. Aparte de una mínima noción de cómo ejerce el sistema los pagos del poder, la categoría sustantiva para caminar sin decir chorradas por la vida pública sigue siendo la renta y la herencia

Hay algo extraño cuando te pones unos guantes para pegarte. El calentón siempre pasa, pero la pregunta permanece: ¿Estoy siendo un imprudente? Haces cosas que no son correctas, que sólo entiendes tú o que no pertenecen al terreno del sentido común. Cosas como conducir toda la madrugada para ir de Madrid a Barcelona a manifestarte. O confrontar con alguien en persona. O bajar a la calle en mitad de una pandemia mortal, en tu barrio pijo, a protestar. 

Actuaron conociendo las consecuencias (…) los que acudieron al 8M no tuvieron esa suerte


No sé cómo prendió, no estaba allí y sospecho que yo no bajaría. Tres hijos y ciento veinte kilos son demasiados riesgos. Sin embargo, me he visto haciendo ese tipo de cosas. Creo que hay algo intrínsecamente humano en ello. Y que tiendo a sentir comprensión cuando alguien hace una estupidez de ese calibre. Los que hacen esas tonterías, son el mismo tipo de gente que luego se tira contigo, sin esperar al socorrista, para sacar a alguien del mar: lo he vivido en primera persona. 

Todos y cada uno de los que estaban el otro día en la calle, sabían que se arriesgaban a una sanción policial y a infectarse. Actuaron conociendo las consecuencias, el último derecho de los adultos. Los que acudieron al 8M, tras las mentiras del Gobierno, no tuvieron esa suerte al tomar una decisión que les afectaba a ellos y a la salud de sus padres y abuelos. 

/ ESPECIAL CORONAVIRUS

Interioriza esto, joven de Twitter, porque quizás hay algo que en tu caricatura de Núñez de Balboa no estás captando. Sospecho que en España, tras más de 60 días de confinamiento y 30.000 muertes, es normal que empiece a haber conatos de resistencia. Sea un chaval con un móvil expulsando de su casa a la policía. O un grupo, suficientemente numeroso y cabreado, como para imponerse a la vergüenza de verte convertido en una caricatura por los medios, columnistas y humoristas del régimen.  

Es cierto que, en esta España convertida en remedo de la Cataluña del procés, lo esencial para hacer lo correcto es que no te importe lo que la nueva élite sanchista diga de ti. Las opiniones de pago repiten lo que repiten, de TVE3 a la experta charanga, porque saben para quién ponen el taxímetro. Atusarle el pelo al Gobierno no deja de ser un atajo, como otro cualquiera, para llegar al monte del destino de la clase media. Esa es la parte que ya sabíamos. Tras la COVID-19, también sabemos que cobrar de una red de intereses, entendida de manera amplia, te hace decir lo que le viene bien al partido, aunque asistir al palo sirva para poner en peligro la salud de los padres de tus amigos. En los pedreros del Cantábrico, una sombra indeleble nos dice en cada muro de roca: hasta aquí llegó la marea.

La esfera política va a empeorar mucho antes de mejorar (…) si no tienen ganas de líos, desintonicen La Sexta y besen mucho a sus hijos


Pedir que lo de Núñez de Balboa se haga con permisos, es pedirle al rayo que caiga en el lugar correcto. Un deseo bienaventurado pero un poco bobo. No son verdaderas manifestaciones si son amables con el poder. Lo que puede haber son coreografías permitidas o sí, diadas gubernamentales como el Orgullo y el 8M. Pero como dice Jorge San Miguel, daría para una tesis explicar contra qué o quién se sustancian movilizaciones a las que acuden: Botín, Buenafuente, Jorge Javier, los sindicatos, Iberdrola, la multinacional 3M y los capos del Gobierno. En Núñez de Balboa, a ellos no los veremos. 

Déjenme sentenciar algo: la esfera política española va a empeorar mucho antes de mejorar. Quedan años que van a endurecer el tono; así que, si están cansados o no tienen ganas de meterse en líos, mi humilde consejo es que desintonicen La Sexta, se suscriban a Disney + y besen mucho a sus hijos. Quizás lo que usted necesita es entrar menos en Twitter y fijarse más en los adorables ojos de Baby Yoda. Eso sería actuar con el proverbial sentido común de la sociedad franquista: hijo mío, no te hagas mala sangre y sobre todo no te metas en política.  Pero sí se meten. Ay si deciden seguir el sordo latido y ponerse los guantes… entonces le dejarán la cara como un mapa, pero lo único que les importará al abrir la puerta de casa es que alguien como Adrian les abrace al final del día. 

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