Seguro que en los planes de Damien Chazelle no entraba perder el primer Oscar de la noche a favor de ‘Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos’, pero así fue: ocurrió en la categoría de mejor vestuario a la que también concurría ‘La La Land’, y se anunció pasado un minuto de las tres de la mañana en España. Su receptora, Colleen Atwood, sumaba así su cuarta estatuilla tras ganar también con ‘Chicago’ o ‘Alicia en el país de las maravillas’. Antes ya se habían entregado el Oscar a mejor actor de reparto y el oscar técnico a mejor maquillaje. El primero fue para Mahersahal Ali por ‘Moonlight’, y sorprendió que se privara de cualquier alusión política. ‘Escuadrón Suicida’ se llevó el premio al maquillaje y uno de los responsables, Alessandro Bertolazzi, sí que no fue capaz de morderse la lengua: «Yo vengo de Italia, así que esto es para todos los inmigrantes».
Tras el reconocimiento a ‘O.J.: Made in America’ en la categoría de mejor documental (un documental de casi 8 horas de duración), estalló la segunda sorpresa de la gala en la doble categoría de mejor montaje y edición de sonido, a priori también reservadas para el éxito de ‘La La Land’. La obra de Chazelle, sin embargo, sufrió que ‘Hasta el último hombre (Hacksaw Ridge)’ y ‘Arrival‘ salieran elegidas en su lugar: la desesperación de ver a la favorita perder en las tres primeras categorías la alivió ver al eterno Kevin O’Connell se reconocido por fin tras 21 nominaciones previas infructuosas. Este doble revés además dejaba a ‘La La Land’ a las puertas del improbable -pero no por ello menos esperado- récord absoluto, pues reducía sus opciones a 10 Oscars, haciéndola peligrar incluso como la más premiada de la última década (‘Slumdog Millionaire’ ganó ocho en la gala de 2009).
«A las mujeres se les da mejor enfrentarse a algo sin necesidad de odiarlo»
Viola Davis abrió el palmarés de ‘Fences’, una de las películas señaladas para presentar batalla a las más nombradas de la cartelera, al ganar el Oscar a mejor actriz de reparto. Mark Rylance parecía olérselo minutos antes de leer el nombre dentro del sobre: «A las mujeres se les da mejor enfrentarse a algo sin necesidad de odiarlo». Siendo que tres de las cinco nominadas a esta categoría eran de color, era altamente probable que una de ellas lo ganara como resultó siendo. Davis, antes de repartir agradecimientos, agradeció en el escenario participar de «la única profesión que celebra estar vivos». La rebelión tomaría el Dolby Theatre momentos después, cuando la iraní ‘The Salesman’ salió elegida mejor película extranjera. Su director, Asghar Farhadi, aceptó el premio pero prefirió no acudir a la gala y dejó escrito un mensaje que leyeron por él, muy orientado a la crítica al nuevo ejecutivo estadounidense.
Hasta las 4:14 hora española, casi dos después del arranque de la gala, no sumaría ‘La La Land’ su primer premio, teniendo que esperar para ello a otra categoría de las llamadas técnicas: mejor diseño de producción. Antes, ‘Zootrópolis‘ y ‘Piper’ habían triunfado en animación, cerrando el ya familiar doblete entre Disney y Pixar que en los últimos años ha dominado estos reconocimientos. Disney repetiría después en mejores efectos especiales con ‘El libro de la selva’, justo antes de que la favoritísima de la noche recibiera una nueva estocada en la categoría de mejor montaje, donde triunfó ‘Hacksaw Ridge’. La historia de Desmond Doss cautivó a las cámaras en los prolegómenos de la gala: así, la película de Mel Gibson se convertía en la primera de la noche en sumar dos Oscars, rompiendo la baraja entre las outsiders. Un breve receso sirvió para premiar al mejor documental corto (‘The White Helmets‘, también de marcado rango político) y al mejor cortometraje, que recayó en la húngara ‘Sing’ dejando sin premio al español Juanjo Giménez por ‘Timecode’.
‘La La Land’ retomaría el vuelo con el segundo Oscar, este atribuido al sueco Linus Sandgren por su dirección de fotografía, una de las categorías históricamente mejor reputadas en la Academia. Llegó justo antes de uno de los momentos cumbre de la noche (pasadas las cinco de la mañana en España), con la interpretación a cargo de John Legend de una versión libre y anodina de ‘City of Stars’ y ‘Audition’, los dos temas que la película coló entre los finalistas a mejor canción original -ganó el primero-. Una vez en su terreno, también fue galardonada su banda sonora, lo que ya la destacó con cuatro estatuillas sobre el resto de candidatas a una hora del cierre de la ceremonia. Cuando parecía que ‘La La Land’ ya no bajaría del olimpo, ‘Manchester frente al mar’ se impuso en la categoría de mejor guión original, interrumpiendo momentáneamente su racha; inmediatamente después y casi a contrarreloj, Amy Adams entregaría el Oscar a mejor guión adaptado a ‘Moonlight’, que de nuevo arrancaría el aplauso global del teatro, dejando vía libre a los «premios gordos» (Jimmy Kimmel dixit) como colofón.
Halle Berry, cuyo discurso de comienzos de siglo todavía retumba en la memoria de quienes valoran la escenografía en todo su esplendor, leyó el nombre de Damien Chazelle en la entrega del Oscar a mejor director, logrando el quinto premio para su película una vez dentro de la zona en la que se presumía que barrería sin mucha más oposición que la ya sufrida. Ryan Gosling no partía como favorito a mejor actor, y la profecía en este caso cedió el brillo a Casey Affleck, de nuevo por ‘Manchester frente al mar’. Leonardo Di Caprio, ganador en la última edición tras una prolongada travesía sin agradecimiento, abrió el penúltimo sobre de la noche, que elevaba al escenario a una espléndida Emma Stone que sí cumplía su parte, regalando la sexta estatuilla a ‘La La Land’. No obstante, para ensuciar una fiesta coral y sin reverso, muy generosa con las alternativas y en apariencia tan limpia como se suponía, sin intoxicación gratuita, la maravillosa obra de Chazelle fue nombrada mejor película por error, algo a todas luces impropio de un escenario y un tiempo como estos. Ya con el staff de ‘La La Land’ preparando su discurso, saltó la voz de alarma: en realidad era ‘Moonlight’ la película que figuraba en el sobre. Warren Beatty, encargado de leer el último premio, se disculpó tras el grotesco giro de guión. Kimmel, desbordado, intentó la última gracia. Y así, con el error del siglo, moría abruptamente una noche de eslóganes como no se recuerda otra.