«Ojalá hubiera más escritores de origen humilde»

Irene Dominguez, autora de Pureza

Procuramos escribir con nuestra visión sobre el mundo en cada momento, y con el deseo de expresarla de la manera más natural. Sin piruetas ni artificios. Si el arte no es como la vida, estaríamos hablamos de algo más bien tirando a farsa. Uno si es escritor o, en el caso que nos trae hoy, poeta tiene que tratar de escuchar lo que la vida le dice, y hacerlo de manera natural. Algo parecido me llega cuando leo a Irene Domínguez, Accésit del premio Adonáis 2022. El jurado galardonó con este premio a Irene, «por su poderosa evocación de la infancia y por la fuerza con la que describe la cotidianidad, las relaciones amorosas y la crisis generacional que afecta a tantos jóvenes».

La poesía debe tener emoción. El poeta no sólo aprende y se alimenta de poesía; también de cualquier aspecto de la vida, de la música, de la pintura, de los pensadores. Precisamente, Pureza, «se acoge al patronazgo de Camarón de la Isla», apuntó Enrique G. Máiquez. A Domínguez llevaba un tiempo rondándole una idea vaga de poemario, pero sólo comenzó a escribir cuando tuvo el título a la cabeza, «investigando para mis artículos periodísticos sobre música, vi de nuevo una entrevista a Camarón en la que reflexionaba sobre la idea de pureza: no se puede perder nunca cuando uno la lleva dentro de verdad».

Disfrute de este delicioso cóctel poético que es Pureza, revestido con un tono algo triste, tierno, melancólico, pero en el que también encontramos mucha esperanza y algo de ironía…

¿Qué supone haber ganado el accésit del premio Adonáis?

Apenas me lo creo todavía (ríe). El Adonáis es un premio al que respeto muchísimo, tanto por su antigüedad como por la calidad de muchos de sus autores publicados. Ver mi libro editado en Rialp ( ver editorial) me hace una ilusión tremenda.

El Adonáis es el premio con el sueñan todos los poetas, tanto por su historia literaria y porque lo han ganado o han sido accésit grandes poetas del siglo XX, como José Hierro, Félix Grande, Colinas… 

Sí, ¡exacto! Bueno, no sé si todos los poetas sueñan con el Adonáis, hay mucho debate sobre el sistema de los premios en general —un debate que creo que es necesario—. Yo, personalmente, pienso que el Adonáis te coloca en un plano dentro del panorama literario que es difícil de conseguir sólo con publicación tradicional (al menos en lo que respecta a las primeras publicaciones, al hacerse un hueco en el mundillo). Pero… hay de todo, y también hay poetas que tras ganar un Adonáis no vuelven a publicar, y por tanto sus nombres se pierden por el camino. De Adonáis admiro muchísimo a Hierro, a Goytisolo, a Blanca Andreu, a Guillermo Marco Remón.

Nunca hay que tomarse demasiado en serio la poesía ni nada en general

Háblenos de Pureza.

Llevaba un tiempo rondando una idea vaga de poemario, pero sólo me puse a escribir cuando me vino el título a la cabeza. Investigando para mis artículos periodísticos sobre música, vi de nuevo una entrevista a Camarón en la que reflexionaba sobre la idea de pureza («no se puede perder nunca cuando uno la lleva dentro de verdad») —más ligada al hacer lo que te dé la gana artísticamente que a un sentido más religioso o trascendental—. A partir de esa idea, comencé a escribir, y me di cuenta de que mis poemas giraban en torno a distintos temas, y se me ocurrió la idea de agruparlos en matrioskas, para así hacer del propio libro una muñeca que se va abriendo y de la que descubres distinto aspectos, distintas facetas. El tema de las matrioskas también tiene que ver con la identidad, con el ser muchas cosas -algo que yo considero que soy-, y los distintos temas que se tratan desde mi mirada.

¿Qué influencias se reconoce?

No reconozco ninguna influencia directa, ningún autor al que piense que me parezca o al que quiera reivindicar. Pero sí puedo hablar de mis escritores favoritos y lo que estaba leyendo mientras lo escribía. En ese momento leí, sobre todo, a Jorge Eduardo Eielson, Almudena Guzmán y Eugenio Montale. También leo mucha prosa -y me gusta encontrar poesía en la prosa-. De prosistas adoro a Umbral, por su lirismo y su obra inagotable, y también a Luis Martín-Santos, dentro de su escasa obra. También a Almudena Grandes, que me parece la mejor novelista de los últimos años. Admiro muchísimo su capacidad de caracterización de los personajes femeninos, esas mujeres procedentes de distintas clases sociales que nunca se derrumban y que son muy modernas a su manera, a las que como lector siempre se coge cariño. Por otra parte, también encuentro mucha influencia en la música, sobre todo en artistas como La Niña de los Peines, Dellafuente, Enrique Morente y Camarón, entre otros.

¿Recuerda cuándo supo que esto de la poesía iba en serio? ¿Ese poema primero? 

Para mí es muy complicado delimitar ese momento. Soy muy crítica con todo lo que escribo a medida que pasa el tiempo, y siento que es algo necesario dentro de mi progreso como artista. Si no eres crítico con tu obra, difícilmente vas a mejorarte… y tampoco tiene sentido pasarte la vida escribiendo el mismo poema. A la vez que soy crítica, también intento tomar distancia de mi obra, y no me gusta martirizarme en exceso si siento que algo no funciona o que podría haberlo hecho mejor. Nunca hay que tomarse demasiado en serio la poesía ni nada en general.

Le reconozco una extraordinaria sensibilidad y mucho oficio, esto suyo no es algo incipiente…

Creo que, en mi caso, es más sensibilidad que trabajo. Soy trabajadora, pero también un poco caos, y me gustaría leer más y darle más tiempo de reposo y revisión a lo que escribo. Últimamente ando intentándolo, y creo que me va algo mejor.

¿Considera que la poesía, al margen de etiquetas, entra en relación con otro tipo de artes? Usted, sin ir más lejos, suele tratar y abordar desde la música, los toros, los usos lingüísticos de antaño…

Lo de los toros es algo curioso: hay un poema donde utilizo el toro como símbolo de la masculinidad, y donde cuento una pequeña historia que sucedió realmente en mi familia. Yo no iría a una corrida de toros, pero me crie en una casa situada en frente de una plaza de toros, y eso forma parte del imaginario de mi infancia. Sobre los usos lingüísticos de antaño creo que no reconozco nada ahora mismo, pero puede ser. La música es importantísima en mi día a día, por supuesto. La poesía no es un bloque aislado, y no concibo la literatura sin su relación con otras artes.

Deja también en el libro como un tono de nostalgia, de tristeza, creo adivinar… Tiene muy presente a su padre, como un ejemplo inolvidable.

Nostalgia no sé si sería la palabra, soy muy crítica con el pasado. Puede que sí que haya un tono algo triste-tierno-melancólico, pero detrás del que también se encuentra mucha esperanza y algo de ironía. La primera parte del poemario trata sobre la familia, pero no desde el punto de vista de la nostalgia, sino por una cuestión de orígenes. A mí me gusta conocer desde qué posición habla un artista, me ayuda a comprender mejor lo que hace. Y creo que es mejor tratar ese tema en la juventud a hacerlo de mayor con ese discurso nostálgico del «no volveré a ser joven». Sí quería darle al poemario cierto matiz de conciencia de clase, por eso recurrí a los orígenes. Los orígenes de una persona determinan muchas cosas. Sobre lo de mi padre: en mi familia siempre se ha dado mucha importancia al trabajo, y por tanto yo también se la doy. Siempre he visto trabajo por todas partes; cuando era pequeña, mis dos padres trabajaban mucho, en ocasiones mi madre más que mi padre, lo que en esa época no era lo común. Por tanto, en casa se repartían las tareas, y por eso siempre digo que me he criado en lo que yo considero un hogar feminista. Además, cuando mi padre falleció nos quedamos solas mi madre, mi hermana y yo, y tiramos hacia delante las tres sin ayuda de nadie, y eso me marcó muchísimo, lógicamente. Tener a mujeres fuertes como referentes es una bendición.

Cuando dedica algún verso a su padre entra aún más lo emocional. ¿Es posible ahí tomar distancia?

Claro que sí es posible tomarla. Toda literatura es ficción, aunque se base en vivencias propias. A mí, ese filtro que da la ficción me tranquiliza y me ayuda a reconciliarme con muchas cosas.

«El amor joven amor viejo / chico que me espera a la puerta de casa /  manos de hombre con el que quiero casarme /  amor  quise morderte a ti también, pero ese día no lo hice. En su lugar cogí y te besé en la frente…» Es muy distinta su forma de exponer el amor, muy como antes…?

Yo no creo que sea muy de antes, ni creo que exista una manera universal de tratar el amor y las relaciones. No hay una recetilla única, por así decirlo, sino que cada uno encuentra la suya propia y a partir de ahí construye sus vínculos.

Considero que el tema recurrente de su poesía es el desamor, los celos, las infidelidades, el dolor… ¿acierto?

Dentro del arte me interesa mucho esa parte más oscura del amor, como los celos y las infidelidades. Le dedico a ese tema una de las partes del poemario, la parte del amor más maduro. Aunque sí es cierto que es un libro que he escrito estando profundamente enamorada.

¿No cree que la poesía es un poco un acto de religiosidad al desarrollarse como un diálogo con uno mismo en el que no deja de cuestionarse por la existencia, la eternidad…?

Algo de mística tiene, y siempre gira en torno a los mismos temas, entre ellos la existencia y la eternidad. Creo que esas inquietudes forman parte de la vida de prácticamente cualquier persona, se considere religiosa o no.

Tener a mujeres fuertes como referentes es una bendición

Pongamos una nota de humor, ¿qué era aquello que le leí en las redes sociales de que ningún hombre guapo se dedica a escribir endecasílabos? Vamos, que romantizamos demasiado la poesía y es algo más terrenal, ¿no? ¿Exageramos al elevarnos tanto?

Eso es un poco broma. En general, siempre me he quejado de que los poetas -y los escritores en general- no suelen vestir bien ni preocuparse mucho por su estética. Y es algo paradójico, pues la literatura (y la poesía, en particular) tiene que ver con el gusto por la estética. Sobre la poesía: cuando se romantiza da un poco de pereza, creo que ese discurso es algo más propio de la adolescencia.

Recuerdo que hablando con el poeta Braulio Ortiz Poole me decía que odia cuando la gente habla de la poesía como si fuera una señora enjoyada y ataviada con pieles, «odio las grandes palabras y la solemnidad con que a veces se aborda el ámbito. Pero es verdad que un poema puede conectarte con una parte espiritual y profunda de ti». ¿Coincide?

Desde mi punto de vista, la poesía debe ser accesible, y lo que se escribe porque suena rimbombante es puro ornamento y se puede caer en la trampa de crear algo vacío de significado. Lo que no quita que una poesía sencilla y accesible pueda conectarte con esa parte espiritual y profunda, claro. Es cierto que actualmente hace falta más poesía celebratoria, y no tanta solemnidad. Aunque también hay que analizar los tiempos que corren.

¿Cree que se busca más poesía ahora? Desde luego, la poesía no tiene un gran público, sino unos pocos lectores. Pero unos lectores muy fieles. ¿Cree que todo lo auténtico, lo que sale de la inspiración y del alma, no atrae tanto a las multitudes?

La poesía solo la leen los poetas y pocos más, es una realidad. La gente no suele estar muy familiarizada con el lenguaje poético, y por eso prefieren la novela. O es que simplemente no interesa y ya, y no pasa nada por reconocerlo. Eso sí: no hay que utilizarlo de una forma elitista, ni hay que sacralizarla por considerarla de minorías.

Se lo comento también porque leí a Manuel Vilas hace poco: «La poesía no tiene lectores, es un género muerto». Y se refería a que los poetas actuales escriben una poesía «incomprensible, ininteligible y hermética (…) cuando el libro llega al lector y ve que no entiende nada, se pierde ese lector. Por eso está muerta. Sólo existe porque tiene vida institucional». ¿Qué opina usted?

Llamar a la poesía «género muerto» es un poco radical, pero hay que leerlo en su contexto. Como ya he comentado, para mí la poesía debe tener un lenguaje accesible, pero no estoy segura de si eso atraería a más lectores.

Está de acuerdo con aquello que decía Bécquer, «podría no haber poetas pero siempre habrá poesía»?

Me parece una frase un poco cursi, pero, en un sentido amplio, es verdad. Lo poético puede encontrarse en muchos lugares.

Los buenos escritores te contagian su forma de ver el mundo

También ha dejado algún tuit comentando su búsqueda de trabajo, el paro demoledor que sigue creciendo… Y en uno de sus versos escribe «me come la pobreza». Poeta y paro, ¿siguen siendo malos tiempos para la lírica?

He de decir que a mí nunca me ha faltado de nada, aunque sí es cierto que llevo mucho tiempo sin trabajo y el ambiente que rodea la búsqueda está lleno de pesimismo; vayas donde vayas, te pintan todo fatal. Hasta en el paro me dijeron que de lo mío apenas salían ofertas —estudié una carrera con pocas salidas—. Hay muchos jóvenes en la misma situación que yo, escriban sobre ello o no. Ni se me pasaría por la cabeza buscar desesperadamente el dedicarme sólo a la literatura, eso es cosa de unos pocos, y, como dijo Umbral, «la literatura es una cosa muy burguesa, y uno se va dando cuenta con el tiempo», o algo así. Muchos de los que presumen de dedicarse sólo a la literatura lo hacen gracias a que tienen un buen colchón económico detrás. Ojalá hubiera más escritores de orígenes humildes. Yo ahora mismo estoy buscando posibilidades totalmente alejadas del ámbito de estudié, pero que conlleven un trabajo cuyas condiciones me permitan seguir escribiendo tanto poesía como artículos… o cualquier cosa que me apetezca, sin presiones. Soy muy optimista con esa idea, puesto que soy una persona muy curiosa que encuentra la vocación en disciplinas muy distintas.

¿Su escritura poética es una búsqueda? ¿Qué le importa en un poema?

No sé si es una búsqueda de algo. Mi inquietud por escribir viene de mi inquietud por leer. La buena poesía se entromete un poco en tu vida, aunque sea en pequeñitos detalles cotidianos. Los buenos escritores amplían la visión de lo que te rodea, te contagian su forma de ver el mundo.

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