No es personal Tom, sólo negocios

chelsea barcelona 2009

La noche del 6 de mayo de 2009, Tom Henning Ovrebo aportó lo suyo para que el primer Barcelona de Guardiola incorporara grandeza desoída a su relato deportivo y, como consecuencia, la opción de disputar una serie de títulos cuya consecución última facilitaron la apresurada incorporación del técnico al lugar de los muy pocos distinguidos con la flor del palmarés ingente. Como Tom era árbitro -se retiró en 2013-, decir que aportó lo suyo significa, como él mismo reconoció en una entrevista en The Times en 2012, que el Barcelona no habría superado aquella eliminatoria de Champions League ante el Chelsea de no haber errado con tanta precisión -pues siempre fue del lado español- y frecuencia. «Cualquiera con el reglamento en la mano sabe que debería haber hecho las cosas de forma diferente, pero esa es la vida del árbitro» se quejaba. «De algún modo, estoy satisfecho por cómo todos contuvimos los nervios en una situación tensa». Los barcelonistas más jóvenes lo recordarán con un dulzor amargo, incapaces de sostener su versión ante el sonrojo: el Chelsea reclamó aquella noche entre cuatro y seis penaltis -unos lo fueron más que otros-, de los cuales Tom no interpretó ninguno.

Con 1-0 en el marcador y a segundos de cerrar su pase a la final de Roma contra el Manchester United de Cristiano Ronaldo, el Chelsea concedió unos centímetros imperdonables que Iniesta resolvió con un derechazo a la escuadra, enseguida definitivo. El mundo, como el Titanic en sus últimas horas, no aguantó la presión y se partió en dos: el bloque occidental fue a echarle el aliento a Ovrebo por destrozarles la vida. El otro bando corrió a celebrar, como ajeno, el violento desfalco a la vergüenza que muy oportunamente validaba el gol, objetivamente bonito, de Iniesta en las retinas de los psicópatas. Aquella noche guardiolista se mantiene en la cultura popular con una vigencia inusual sobre todo para los fans del Chelsea, aunque el inevitable paso del tiempo la haya hecho prescribir en los anuarios del fútbol generalista. De hecho, no hay que viajar lejos para considerar a su altura un ultraje similar que le tomara relevo en los titulares, pues el año pasado el Barcelona tampoco habría llegado tan lejos de no ser por Deniz Aytekin, quien como Tom, quiso equivocarse todas las veces en la misma dirección durante hora y media larga de juego, resultando al final el más decisivo de todos los protagonistas del campo.

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Pues bien. Mucho tiempo después, Henning Ovrebo recuerda su abrazo con el desenfreno respondiendo una incómoda -el periodismo babea por este adjetivo- entrevista de Juan Castro en Marca en la que 13 de las 18 preguntas están directamente relacionadas con el histórico timo al Chelsea. Matiza aquellas palabras de 2012. ¿Fue decisivo? «Depende (…) Podemos discutir que si hubiera tomado otras decisiones, el Chelsea se habría clasificado para la final. Nunca lo sabremos». Cuando Tom se refiere a «otras decisiones», en realidad quiere decir «las decisiones correctas», que fue lo que dijo en The Times y que refuerza, en esta misma entrevista en Marca, cediendo espacio a la tecnología del comentado VAR. Como Tom ya no tiene qué perder y vive feliz su retiro lejos del fútbol -pero no de las facilidades que le procuró, eso seguro-, quizá Juan Castro pensara que presionándolo con preguntas nada sutiles («¿Algún jugador del Barcelona le dio las gracias?») lograría arrancarle alguna línea que justificara el sacrificio editorial del éxito del patinador español Javier Fernández en los Juegos de Invierno.

La realidad, en cambio y como pasa tantas veces en periodismo, es aplastante: Tom Henning Ovrebo no dice nada en Marca que no sea de dominio público o que no hubiera dicho años antes, incluso estando aún en activo. El resultado es calamitoso, porque enfadar a Tom forzándole a decir lo que evidentemente nunca va a decir ni a reconocer fomenta, en parte, el contraanálisis culé de la situación. Ovrebo, aunque igual de importante o más que Iniesta en Stamford Bridge aquella noche, ya no pinta nada. Salvo que desvelara, claro, una subtrama rayana en lo criminal. Algunos árbitros han hecho exactamente eso aquí, en España, una vez han colgado el silbato y señalando al actual y vigente cuerpo arbitral, liderado sin disimulo por hombres con fobias públicas a equipos concretos. Extrañamente, estos no tienen protección ni altavoz. Lo peor de la historia, y he ahí la oscura doblez de esta entrevista, es que se escribe en directo y se cuenta en diferido, a veces con muchos años de diferencia. Tantos, que cualquiera diría que la vergüenza prescribe.

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