¿Es Brie Larson la superheroína definitiva que necesita el planeta? Ni muy iracunda ni muy condescendiente, vengadora selectiva, justa y equilibrada, amable, humana con posibilidades sobrenaturales. Su Capitana Marvel encaja como un guante en la comunicación de los extremos contemporánea: una mujer que respira como mujer pero ejecuta indiscriminadamente, fría en la acción y cercana en la relación. Algo de lo que sin duda es responsable el dúo de dirección (Anna Boden y Ryan Fleck), pero también la coescritora del guion, Geneva Robertson-Dworet, que también puso lo suyo en la Lara Croft de Alicia Vikander. Tan bien perfilado está su personaje y la estudiada reacción potencial que obtendría en el público que podría decirse que hay una Capitana Marvel para cada momento del día. Esto abarca mucho mercado y por supuesto mucho metraje. No en vano, se supone que estamos ante la creación decisiva previa al juicio final en Endgame -con conexión de calidad en la escena postcréditos-. Dicho lo cual: Brie Larson es lo mejor de la película, y en general todo lo que se articula a su alrededor, empezando por la caracterización de Mick Furia en un Samuel L Jackson rejuvenecido digitalmente que despilfarra carácter. Esta sincera y relajada relación viene de cuando coincidieron en Kong: Skull Island, donde Larson desarrollaba un papel anodino y Samuel L Jackson hacía de sí mismo hasta que la naturaleza decidía ajusticiarlo.
🎬 Crítica en Aullidos
Fuera de Brie Larson hace mucho frío, en cambio. Capitana Marvel es, como procede a las cintas de superhéroes, hiperbólica y algo desvencijada narrativamente: es imposible otra cosa cuando la postproducción toma el mando sin más objeto que la espectacularidad. En las pausas descriptivas y alternancia de secundarios se viene un poco encima el peso del universo, al que acucian unos riesgos que no comprende: los diálogos y justificaciones son algo pueriles y naíf. Cuesta entender que la película, que tampoco es esencialmente violenta, haya obtenido un PG-13. Luego está el humor, denso y a veces inoportuno, que es marca Marvel y vehicula partes del relato más vacías, un poco como señuelo para despistar. Es muy evidente que la saga llega a su fin, que todavía faltaba algo por contar y que la apuesta por la superheroína decisiva debía ser firme y, por qué no, inclusiva. El mérito fundamental de Capitana Marvel es pasar de puntillas entre Infinity War y Endgame, proporcionando detalles y algo de entretenimiento a los entregados fans de la ficción a la vez que promete el redondeo de un macrouniverso del que además participará con un papel presuntamente protagonista. En otras palabras: como spin-off, un producto redondo. Además facilita a Brie Larson el primer papel continuista de su carrera, promoviendo que siempre pueda volver a él cuando alguna de las partes lo requieran. No por nada su Capitana Marvel, tan ilustrativa y mediadora entre los mundos reales que odian o aman sin detenerse en la introspección de esos sentimientos, está diseñada para marcar un antes y un después frente a lo radical. Es la baza principal de la película, una de las mejores noticias de la saga y la demostración pertinente de que el cine funciona mejor alejado de la ideología de oportunidad.