Los hijos del nuevo milenio han aterrizado en el fútbol profesional y de primer nivel. La Nazionale italiana y la Juventus han encontrado el diamante carbonado con el que asegurarse su futuro: Moise Kean. Hijo de Biorou Jean e Isabelle, dos costamarfileños afincados en la región del Piemonte desde los años noventa, Moise nació en Vercelli el 28 de febrero del año 2000. Después de tres años entre las categorías infantiles del Asti y el Torino, en 2010 aterrizó en la Juventus. De pequeño, era interista y soñaba con la camiseta de Oba Martins, el velocísimo delantero nigeriano del Inter de Adriano. Aquellas galopadas de Martins en San Siro ahora pueden cargarse en sus propias piernas, sólo que en el Stadium turinés. A diferencia de su primer ídolo, Moise puede moverse más en banda y ser el relevo de un Douglas Costa con un pie fuera del proyecto de la Juve. Su explosividad es compatible con la de Cristiano Ronaldo en la otra parte del campo en un esquema 4-3-3. Con el Scudetto en el bolsillo, Allegri tiene partidos para experimentar.
Kean ha sido una sorpresa para el calcio como lo fue Mario Balotelli hace una década. Super Mario también ha sido un espejo en el que se ha reflejado el joven de la signora, aunque «sólo por cómo jugaba». Cuando Moise empezó a hacerse hueco en la élite se intercambió mensajes con él y recibió un sinfín de consejos: «No quería que a mí me ocurriese lo que le ha pasado a él», se explicó a RMC Sport a finales del pasado año. Las comparaciones entre Kean y Balotelli no han sido pocas: por compartir, comparten hasta agente (Mino Raiola). Ambos se apoyan en su físico atlético para marcar la diferencia, son determinantes en distancias cortas, pese a su juventud (la de Balotelli hace diez años y la de Kean hoy) juegan sin miedo y con ambición. Los dos han sido precoces, han dado pasos de gigante en un tiempo récord y su arma secreta es el gol. No son de defraudar si primero gozan de la confianza de sus jefes. Kean anotó en su primer partido como titular con la Juventus -en Coppa Italia- ante el Bologna, hizo un doblete al Udinese en el primer partido Serie A en el que salió de inicio y en la azzurra aprovechó su primera titularidad para marcar ante Finlandia, repitiendo posteriormente en la cómoda goleada ante Liechtenstein.
Estos meses todo son elogios, pero el color de su piel le condicionará en un país en el que el racismo ha aupado a Matteo Salvini al poder
Su participación en la selección le ha servido para ganarse el respeto de un país en el que el racismo ha aupado a Matteo Salvini al poder. En estos meses de estallido mediático todo son elogios, pero el color de su piel le condicionará. Los gritos racistas llegarán, como sufrió Balotelli cuando llevaba el 10 en la azzurra y también el senegalés del Napoli, Koulibaly este año. Si el delantero bianconero consigue aprovechar los minutos como hasta ahora, podrá convertirse en un agente catalizador de la sociedad italiana, todavía atrasada en según qué aspectos y con un ministro del Interior que preferiría a alguien con la piel más clara liderando la delantera de su selección. Ha crecido jugando con chicos mayores que él que lo han obligado a esforzarse más, pero su éxito no se basa solo en que haya madurado rápido. Es un delantero difícil de encerrar en una posición, tiene una técnica superior a la media, es descarado, trabajador y disciplinado. El primer futbolista nacido en el nuevo milenio que ha debutado en Serie A y Champions League ya no es una promesa sino una realidad. La Juventus quiere blindarlo y su renovación, con ampliación y mejora de contrato, es cuestión de tiempo.