Lupita Nyong’o: una omisión inaceptable

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Por alguna razón, este año no se ha percibido una gran necesidad en Hollywood de reivindicar la diversidad racial en lo que respecta únicamente a los Oscars o premios de la Academia. Quizá porque se haya hecho verdadero buen cine y no haya hecho falta recurrir a películas e intérpretes de relleno para redondear cuota. O quizá por lo contrario: que las películas con protagonistas de color, aun buenas o regulares, no hayan alcanzado el listón que esta temporada marcan estándares muy difíciles de igualar como lo son especialmente 1917 de Sam Mendes y Once upon a time in Hollywood de Quentin Tarantino, a priori las favoritas para hacerse con la estatuilla a mejor película. Y eso que también este año hay donde elegir: Waves, de Trey Edward Sults (en Netflix) o Harriet de Kasi Lemmons han apuntado su nombre a varios premios en el último trimestre, como Les Misérables de Ladj Ly (nominada a mejor película de lengua no inglesa por Francia por delante de la gran Portrait de la jeune fille en feu de Céline Sciamma), Clemency de Chinonye Chukwu o la muy aclamada Atlantics de Mati Diop. Hasta Dolemite is my name, de Craig Brewer, con Eddie Murphy y también disponible en Netflix, ha sido incluida entre las diez mejores películas del año por la National Board of Review.

Sin embargo, de entre todas las black movies de la temporada ni siquiera ha asomado la mejor -y también fue la más temprana en estrenarse- de ellas: US (Nosotros), de Jordan Peele. La película está entre las más taquilleras de terror de la historia e incluso en España, donde el género ha resucitado, levantó 3’3 millones colándose entre las 45 películas con mejor recaudación. Quizá la penalizara en sus semanas posteriores de distribución la leve polémica que levantó Jordan Peele -un creador grotesco, instruido e hiperimaginativo con un gusto exquisito por lo chirriante- reconociendo que no se veía contratando actores blancos para sus papeles protagonistas porque «ya había visto esas películas». Independientemente, y pese al tiempo transcurrido desde su estreno, US se ha visto extrañamente relegada por motivos desconocidos, sobre todo teniendo en cuenta el éxito del propio Peele con su obra debut, Get Out, nominada a cuatro Oscars en 2018 y ganadora de uno de los más prestigiosos, a Mejor Guion Original, recobrando para el terror la gloria negada durante décadas de producción a pesar de los acercamientos en estos dos últimos años de títulos como A quiet place, Hereditary o The Lighthouse -multinominada gracias a su impactante y preciosa fotografía, obra de Jarin Blaschke-.

Hollywood ha perdido la oportunidad más clara de reconocer la interpretación más salvaje y sobrecogedora de una actriz de color en los últimos años Clic para tuitear

Pero si hay un estandarte en US imposible de obviar y por el que muchas tintas han deseado explicaciones -en Estados Unidos a estas deplorables omisiones las llaman snubs– es la intepretación, quasi perfecta, sobrehumana y pretendidamente delicada en su desgarro, de Lupita Nyong’o en el papel protagonista. Lupita, oscarizada en 2014 por la inefable 12 años de esclavitud, trabajó con tres profesionales (un otorrinolaringólogo, un terapeuta vocal y un dialect coach) para lograr replicar una voz imposible, dolorosa y rasgada, que según ella inspiró -lo que también trajo cola: acabó disculpándose- en los afectados de disfonía espasmódica, un trastorno vocal que sólo en Estados Unidos afecta a más de 50.000 personas. Si bien en su versión doblada al castellano el impacto no es exactamente el mismo, en versión original queda fuera de toda duda el derroche interpretativo y el trabajo de puro talento que la actriz vuelca en su papel. Por otro lado, US pasa por ser, de nuevo, una de las películas de terror más originales de los últimos tiempos y la dificultad de desarrollarla y disfrutarla plenamente no hace sino confirmar el prometedor papel de Jordan Peele -aunque haya pinchado como maestro de ceremonias del reboot de la serie The twilight zone-. En Horror Losers hicieron una aproximación técnica al film y el resultado es, para variar, escandalosamente bueno y una delicia para fans, iniciados o expertos.

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La omisión de Lupita Nyong’o y por qué no del mismo Jordan Peele además de las ya mencionadas anteriormente confiere otro nivel al grito combustible y muy manoseado del Oscars so white, no hace tanto un lema fuerte y con amplia acepción y hoy día un estertor disimulado y sepultado por nuevas cosechas de lobby tal como el hembrismo o la ecoansiedad -en cuyos términos se han expresado ya varios actores, Joaquin Phoenix a la cabeza, en sus últimos discursos-. Dicho de otro modo: en su acostumbrado desprecio hacia el cine de terror, Hollywood ha perdido la oportunidad más clara de reconocer -o de mencionar al menos- la interpretación más salvaje y sobrecogedora de una actriz de color en los últimos, quizá, cinco años. Por si fuera poco, Lupita hace doblete en 2019 protagonizando también la divertida e inenarrable Little Monsters, todavía sin fecha de estreno en España aunque premiada en Nocturna Madrid y muy bien recibida en el pasado Sitges. Una película en la que desempeña un papel igualmente físico pero más arquetípico, lo que igualmente le da para tirar de la cinta prácticamente en solitario derrochando carisma y profesionalidad. Dejar a Lupita Nyong’o fuera de la temporada de premios es avivar la división de por sí terca y encarnizada sobre la marginalidad del cine de terror, absolutamente fuera de toda duda atendiendo a sus resultados en taquilla y la inagotable fuente de ideas y talento que es en la actualidad.

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