El casting que dirige Zinedine Zidane en este tramo final de temporada no se reduce al ámbito de su plantilla sino también al de todos aquellos jugadores pertenecientes a la disciplina blanca cedidos en otras formaciones. Si la incorporación de Rodrygo Goes ya ha sido confirmada para el mes de junio, James Rodríguez, Mateo Kovačić, Theo Hernández, Martin Ødegaard, Andriy Lunin, Raúl de Tomás, Óscar Rodríguez y Borja Mayoral esperan todavía el veredicto del técnico. Especialmente controvertida, por los muchos matices que la condicionan, es la decisión que concierne a James Rodríguez. El colombiano fue cedido por dos temporadas al Bayern de Munich. La entidad bávara tiene hasta el 15 de junio para decidir si ejecuta la opción de compra, valorada en 42 millones de euros. James puede ser considerado el último galáctico fichado por Florentino Pérez: su traspaso al Real Madrid, en 2014, procedente del Mónaco, supuso un desembolso que rondó los 80 millones. Tan solo unas semanas antes había impresionado en el Mundial de Brasil, donde fue elegido por la FIFA mejor jugador de la fase de grupos, así como parte de 11 Ideal del torneo, en el que, además, se alzó con la Bota de Oro, galardón que distingue al máximo goleador.
Desde sus inicios en el Club Atlético Banfield, en 2010, así como en la selección de Colombia, durante el clasificatorio sudamericano para el Mundial de Brasil, fue ungido por sus compatriotas que vislumbraron en su figura a un elegido capaz de elevar a la selección cafetera a cotas jamás soñadas. En 2011, El Pibe Valderrama lo designó como su sucesor y en 2012 Faustino Asprillia pronosticó que iba a ser «el mejor jugador de la historia de Colombia». Su paso por el Oporto y el Mónaco y, sobre todo, su actuación en el Mundial de 2014 no hizo más que confirmar las sospechas de todo un país. La carga de esta de enorme expectación supuso, a la postre, unos de los principales factores que lastraron la carrera del jugador. Tras ocho años en Europa, James ha jugado en cuatro equipos diferentes y puede que esté próximo a iniciar una quinta aventura. No llegó a alcanzar la estabilidad necesaria porque siempre necesitó adecuar su papel al del príncipe destinado a ocupar el trono. Nunca se concedió la oportunidad de asentarse en un equipo desde una posición que no fuera la del liderazgo. El término secundario no tenía cabida en su relato. A la contra, otros compañeros suyos, con un rol similar en el Real Madrid, perseveraron y terminaron consolidándose en un equipo que ya ocupa un lugar privilegiado en la historia.
James nunca se concedió la oportunidad de asentarse en un equipo desde una posición que no fuera la del liderazgo
El segundo factor que ha determinado la carrera de James, hasta el momento, ha sido un historial de lesiones no excesivamente graves, pero sí persistentes y siempre en el peor momento posible. No ha habido una sola temporada en que la que no haya interrumpido su progresión por culpa de contratiempos físicos. Con Ancelotti sufrió una rotura metatarsiana que le apartó del equipo dos meses. Con Benítez estuvo parado otros dos y medio por una rotura fibrilar. Con Zidane un mes por una lesión en la pantorrilla. Con Heynckes otro mes también por molestias en la misma zona. Con Kovač un mes por rotura del ligamento de la rodilla. La reiteración de las lesiones y su variedad deja la duda de si la causa es su tipología física, una deficiente preparación, un excesivo estrés o, simplemente, muy mala suerte.
Que James no ha conseguido reinar, tal y como se profetizó, es evidente, pero lo que nunca ha estado en cuestión ha sido su calidad. Se trata de un jugador que hasta en sus peores etapas suma para su equipo. Su desbordante capacidad productiva queda patente en las estadísticas: hay pocos futbolistas en el mundo que acunen sus números (goles y asistencias) fuera de la delantera. Aunque juegue mal su zurda de oro puede aparecer en cualquier momento. Pero no fueron solo números lo que demostró a su llegada al Real Madrid. Quizás el mejor momento de su carrera fue el otoño de 2014, cuando Carlo Ancelotti implantó un sistema 4-2-3-1 para afrontar la baja de Gareth Bale. Desde la media punta, sin duda la demarcación que mejor le sienta, el colombiano deslumbró al madridismo con una exhibición tras otra, en especial la semana mágica de octubre, en la que se venció 0-3 al Liverpool y 3-1 al Barcelona. Sus 17 goles y 18 asistencias esa temporada son cifras al alcance de quizás ningún otro centrocampista en el mundo. Como muestra de su polivalencia, bajo la dirección de Jupp Heynckes dotó al Bayern de Munich, de un ritmo altísimo y calidad en la circulación, desempeñándose como interior izquierdo, demarcación desde la cual desarboló al propio equipo blanco en su visita al Bernabéu en partido de semifinales de Champions League.
Ya había sido importante en esa misma posición, aunque descolgándose hacia el ataque, en su última temporada en el Real Madrid, como parte de una segunda unidad, no de suplentes sino de un grupo de jugadores a los que Zidane asignó, en bloque, el campeonato liguero que finalmente conquistaron (leer crónica). Pero ausente de la Champions (La Duodécima), con Casemiro, Modric y Kroos consolidados, como la base para sostener a otro tridente todavía más indiscutible, la BBC, James sintió que no disponía de sitio para materializar el destino para el cual estaba predestinado. Si bien el diez colombiano no ha conseguido proyectarse en aquello que se esperaba, su huella parece indiscutible en todos los equipos en los que ha militado. Que con 27 años haya conseguido seis títulos de liga (un Apertura en Argentina, tres ligas portuguesas en el Oporto, una en España con el Real Madrid y otra en Alemania con el Bayern) y esté camino del séptimo, no es casualidad. En los 118 partidos de Liga y Bundesliga que ha disputado ha marcado 42 goles y ha dado 42 asistencias. Es decir, ha participado en 84 goles en 118 partidos, sin ser titular indiscutible. Un motivo suficiente para que Zinedine Zidane reflexione sobre la posibilidad de poder incorporarlo a una plantilla que si de algo está necesitada es de jugadores con capacidad de generar tanto que facilite el ganar ligas, obsesión del francés en su vuelta al Madrid. Motivo también para que James medite sobre si no le sería más rentable focalizar su enorme potencial en beneficio del equipo, aunque sea en detrimento de lo que de él se esperaba y desde esa función útil sembrar, quién sabe, si un futuro papel protagonista
James ha participado en 84 goles en 118 partidos entre Liga y Bundesliga… sin ser indiscutible
Por el momento el futbolista no se ha cerrado ninguna puerta y se ha aventurado a señalar que «con Zidane nunca pasó nada», dejando patente su predisposición a volver al Real Madrid a las órdenes del francés. La decisión, no obstante, está en manos del Bayern de Munich. Si Karl-Heinz Rummenigge declaraba hace unas semanas «creo firmemente que jugará para el Bayern la próxima temporada”, el presidente Uli Hoeness supeditaba su compra a la decisión del técnico: «Al final tiene que decirnos el entrenador lo que quiere». Después de un inicio de temporada en el que Niko Kovač no ha contado con James, tras el retorno del colombiano de su lesión, encadenó, a partir de febrero, una serie cinco titularidades seguidas en las que anotó cuatro goles y dos asistencias. Parecía que el futuro de James volvía a definirse en clave alemana cuando Kovač volvió a apartarlo del equipo para el encuentro decisivo contra el Borussia de Dortmund, que terminó con goleada 5-0 a favor de los bávaros. Aunque el club se ha apresurado a achacar la ausencia a un descanso consecuencia de unas molestias y un largo viaje del futbolista desde Colombia, el diario Bild, siempre muy bien informado sobre cuestiones relativas al club muniqués, publicaba que la decisión había sido eminentemente táctica y que el futuro de James continuaba en el aire. Hasta el 15 de junio está por decidir.