Era el minuto 55 y con 3-0 en contra un Fábregas resignado a su suerte abandonaba el estadio donde se hizo un hombre para dar entrada a Marcos Alonso. El catalán llevaba cinco partidos presenciando desde el banquillo como un Chelsea rígido, plano y frágil atrás, sacrificaba su capacidad de generar juego para intentar construirse desde el orden defensivo, seña de identidad de su entrenador que no lograba plasmar sobre el campo. El 4-1-4-1 con un interior defensivo (Matic) y otro sacrificado sin balón (Oscar) estaba encaminado a lograr un bloque sin fisuras que pudiera matar con la calidad de Hazard y con esa autosuficiencia de Diego Costa que permitía atacar sin desordenarse. Como el entramado defensivo no cuajaba, los partidos cerrados se volvían en su contra. Conte utilizó a Cesc de bombero –los tres partidos en los que salió del banco lo hizo con marcador en contra– para que su calidad individual generara lo que colectivamente no se había entrenado. La apuesta dio más puntos de los que merecía, así que ante el Arsenal se precipitó la primera de las dos cartas que Conte guardaba en la manga para dar un volantazo a una idea a la que no se le adivinaba recorrido. Pudo haber coincidido con un rival más débil o menos inspirado, o haberse roto el partido con un error individual ajeno en lugar de hacerlo con la pifia de Cahill, pero el impacto que se pretendía con la entrada de Cesc había fracasado, así que tocaba asomar la segunda carta.
En una entrevista para la ESPN a finales de julio le preguntaban por el sistema que tenía pensado utilizar con el nuevo Chelsea y ya dejó claro que su flexibilidad en este aspecto no tendría límites: “Yo adapto mi idea de fútbol a los jugadores que tengo y no al revés, porque al final lo más importante del fútbol son los jugadores. Por ejemplo, a la Juventus fui con mi idea de continuar con el 4-2-4 con el que había logrado dos ascensos con el Bari y con el Siena. Pero cuando llegué y vi que estaban Pirlo y Arturo Vidal, entendí que no podíamos reproducir este sistema, por lo que cambié a un 3-5-2 que alternaba con un 3-3-4. Es importante entender esto y contar con unos principios de juego para comenzar a construir el equipo”. Así, Conte se inventó un nuevo esquema –hacia el que habían sido orientados los fichajes de última hora de David Luiz y Marcos Alonso– que buscaba aunar tres soluciones que se acabarían potenciando entre ellas. El 3-4-2-1 creó un pentágono de acero entre la línea de centrales y la dupla Matic-Kanté que acabó con las concesiones en defensa, encontró la ansiada profundidad con la irrupción en las bandas de Marcos Alonso y un renacido Victor Moses, y sobre todo proyectó a Hazard hacia una nueva dimensión.
El 3-4-2-1 creó un pentágono de acero, encontró la ansiada profundidad y proyectó a Hazard hacia una nueva dimensión
Decía Zeljko Obradovic que él creía en la libertad del talento, pero que no todos los jugadores debían tener la misma libertad. Ponerle lindes al radio de acción de jugadores desordenados como Matic o David Luiz ha servido a Conte para ordenarlos dentro del sistema. Limitarlos para potenciarlos. Con la defensa de tres, el Chelsea logra superioridad en salida y suele asentar posesión en campo contrario. Ante la falta de creatividad de la pareja de mediocentros, el equipo combina los desplazamientos en largo de David Luiz –la precisión del brasileño para lanzar diagonales a banda o buscar a Diego Costa, el dominio del juego directo del ex delantero del Atlético y la ventaja que concede tener a Matic y Kanté para recoger rebotes de las segundas jugadas son activos de nivel para explotar este recurso– con las conducciones por su flanco de Azpilicueta y sobre todo de Cahill, en busca de alguno de los tres de arriba que se ofrecen para dar fluidez e inventiva a la posesión. Con Pedro, Hazard y Costa alternando alturas y repartiéndose el espacio, Moses y Marcos Alonso buscan el momento de sorprender por fuera. La irrupción por banda y el ataque del lado débil cuando el ataque se forja en el lado opuesto han convertido a los carrileros del Chelsea en un bastión ofensivo difícil de detectar.
En fase defensiva, la facilidad para robar de la pareja Kanté-Matic sumado a la potencia en conducción de tantos hombres (Kanté, Moses, Hazard, Diego Costa…) hace del Chelsea un equipo temible a la contra que ya ha matado así más de un partido.
No se puede hablar de ninguna fase con balón sin otorgar a Hazard el máximo protagonismo y esto tiene mucho que ver con el técnico italiano. Había decidido una Premier y recogido el título a mejor jugador en 2014/15, pero la sensación de que había un Hazard superior que no terminaba por aparecer era unánime. Mourinho buscaba maneras de incentivarlo, pero su explícita autocomplacencia limitaba su potencial: “Mourinho me alienta para que haga más goles, pero creo que lo compenso con las ocasiones que creo. Trato de hacer goles, pero me doy cuenta de que nunca seré un goleador. No está en mí. Tras marcar un gol, pienso que eso es suficiente. No busco récords, seré feliz si anoto entre 15 y 20 goles por temporada”, decía en 2015. La Premier no había conocido otro Hazard que no fuera el extremo a banda cambiada de regate y conducciones endiabladas que, sin un sistema que le potenciara, dependía de su físico –el regate al fin y al cabo es un cambio de ritmo, y todos los regateadores dependen de él– para ser más o menos productivo. Lo que en 2014 –la que había sido hasta ahora su plenitud– era un generador de peligro constante, en 2015 y principios de 2016 había roto en un mero recurso con marcador a favor por su capacidad para esconder la pelota, protegerla y culear para acabar saliendo hacia el lado que le interesaba. A partir de abril, volvió la exuberancia física y con ella el mejor Hazard, pero Conte no estaba sabiendo sacarle partido a este regalo con el que se había encontrado a su llegada a Londres. Sin líneas de pase por delante, obligado a encarar en inferioridad y a buscar una heroicidad a cada recepción en banda izquierda (foto de abajo), Hazard se pateaba todo el ancho del campo en busca de socios de calidad improvisados con los que combinar para generar las ventajas que no conseguía con Azpilicueta y Matic.
Con el cambio de sistema, Conte iba a transformar esa libertad desesperada en libertad ordenada. Centrando su posición, Hazard pasaba del aislamiento a las multiconexiones, ganaba un desdoblamiento constante por fuera con Marcos Alonso y, sin interiores con tendencia constante a ocupar la zona de la mediapunta, encontraba un espacio más propicio para dañar –el centro–, amigos de campo con los que asociarse y un derecho para permutar posiciones con Pedro y Diego Costa que le acercaba al área por pura inercia. Por primera vez, el belga parece caminar hacia ese jugador con el que soñó Mourinho.
Esa casta que en las cuatro primeras jornadas le hizo sacar al Chelsea los puntos que su fútbol no le permitía sobrevivió al bajón de resultados, y cuando se ha fundido con el juego ha dejado un equipo soberbio. La concentración y la agresividad con la que el Chelsea sale a los encuentros han tenido como premio siempre un resultado favorable de manera temprana, dando igual si los goles venían o no como consecuencia del cambio de sistema. El balón parado desatascó el partido ante el Leicester (1-0, Diego Costa), sentenció el partido ante el Everton (3-0, Diego Costa) y resultó decisivo ante un Manchester United que no estaba siendo inferior (2-0, Cahill) y que ya había visto como un mal entendimiento entre De Gea y su defensa le había permitido ponerse por delante sin necesidad de crear.
El Chelsea ha jugado más de 70 minutos con el marcador a favor en cada uno de los cuatro últimos encuentros. Sus arrolladores inicios han impedido que este nuevo sistema tuviera que enfrentarse a la adversidad (un resultado en contra, una expulsión, la desesperación de generar ocasiones y no marcar…), algo que ha liberado a sus jugadores, ha alimentado la dinámica positiva y ha acelerado el proceso. Los resultados reafirman las ideas y los jugadores se han creído la de Conte, que una vez más ha facilitado un sistema a sus hombres para que sean tan buenos como puedan ser.
Capturas de pantalla: @esttoper
Foto de portada: organisemybiz.com