Pocas lanzaderas hay en el mundo como el Festival de Sitges para películas como Fried Barry (Ryan Kruger, 2020). Sitges es sinónimo de muchas cosas y en cada edición abre su abanico para ofrecer alternativas al fantástico y el terror que suelen dominar su programación. Sin embargo, las historias que mejor suele pagar su público son justo las que logran beber indistintamente de ambos géneros, mejor si son estridentes, caleidoscópicas, febriles. Fried Barry cumple todos estos requisitos ya desde su argumento oficial (un alienígena abduce a un yonki y conoce la Tierra a través de sus alucinados e inexpresivos ojos), sospecha que avanzaba su maravilloso tráiler y ha acabado por confirmar la acogida en Sitges, donde definitivamente no ha pasado desapercibida. A Ryan Kruger, su creador, le ha sobrevenido la aceptación del público: aunque para llegar hasta aquí el proceso de maduración y ejecución del proyecto no fuera precisamente convencional.
¿De qué tipo de idea o experiencia sale algo tan excesivo, intenso y colorido como Fried Barry?
A decir verdad, surgió de un momento muy oscuro en mi vida. Me operaron de riñón, la cosa se complicó y casi muero. Se solapó con una ruptura y la enfermedad de mi gato y entré en profunda depresión. Fue una época muy dura y vino todo de golpe. Pero en el fondo le estoy agradecido a esta horrible etapa porque me trajo a Fried Barry, esta película me ha salvado la vida en muchos sentidos. Tiene gracia que tuviera que casi morir para entender que tenía que hacerla y que tenía que ser de inmediato: empecé a grabar un mes después de tener la idea. Esta fue la medicina que me trajo de vuelta al mundo real. Es increíble cómo algo tan importante puede salir de algo tan oscuro y terrible, pero creo que también se refleja en la película. Tenía que canalizar todo en algo lo más creativo posible y esto era lo que más ganas había tenido siempre de hacer en mi vida: un largometraje.
La película está localizada, grabada y distribuida desde Sudáfrica. ¿Hay algún tipo de pista, metáfora o mensaje que quisieras transmitir a través de la adbucción alienígena?
La película tiene muchísimo subtexto relacionado con la sociedad y las drogas y de cómo las adicciones cambian a las personas. En cuanto al alien, es básicamente un turista que descubre cosas que le gustan y las disfrute. Nosotros estamos de paso.
Drogas, marginados, sexo sórdido, suburbios… ¿Por qué elegiría un alien un ambiente así para explorar nuestro mundo?
Esto es lo interesante de la película para mí. Es gracioso, porque los aliens sólo toman una decisión errónea y eligen a la persona equivocada, que resulta estar ciertamente jodida. Así que lo que ocurre es que se llevan una impresión equivocada de la Tierra, que conocen a través de un vistazo mucho más oscuro.
Gary Green está verdaderamente inmenso en su papel, pero quizá su personaje fuera desarrollado más en un tono dramático que el resultante cómico. ¿Por qué te fijaste en él?
Fue divertido pero también desafiante trabajar con él, dado que no es actor profesional. Es decir, normalmente trabaja de extra, cosas así. Pero me encanta su look. Y sabía que encajaría en este papel por su cara, por esa presencia peculiar que tiene. Precisamente porque no es actor la película tuvo que hacerse también de una forma no convencional: escribí una escena breve que sostendría como la mitad de la película y luego siete diálogos principales. El resto fue sobre la marcha. El 90% de la película es improvisada, sobre todo con el resto de actores. Pero sí tuve que estar encima de Gary, que fue el único que no improvisó, porque quería algo muy concreto de él. Cada día era como empezar de cero. Y como su personaje imita a la gente, le pedí que hiciera lo mismo fuera de cámara. Eso me incluía a mí, claro, mientras rodaba.
Son muchos años de aplaudir a rabiar películas ruidosas y psicodélicas como esta, que presumiblemente pase a la historia como una de las más locas del festival. ¿Alguna inspiración concreta que quieras reivindicar?
Siempre he sido un gran fan del cine de los 80. Me encantan John Carpenter y David Cronenberg, pero las pelis de los 80 son simplemente las mejores. Aunque una gran inspiración para mí ha sido siempre Jerry Lewis, algo que la gente que ve mi trabajo no termina de entender.
¿Esperabas esta respuesta del público, te había advertido alguien sobre el tipo de trabajo que gusta en Sitges?
Nunca sabes cómo va a reaccionar la gente a tu película, pero siempre supe que estaba en buenas manos con el público de Sitges. Ha sido genial ver a tanta gente perder la cabeza con ella, la cantidad de pósters y fotos que he firmado, los mensajes que he recibido. La respuesta no ha podido ser mejor, y no puedo esperar para volver a Sitges.