Cuando el 15 de enero de 2015 el Atlético eliminó de la Copa del Rey al Real Madrid, el por entonces técnico del conjunto blanco se desmarcó con una licencia que el madridismo no compró: «Esto es bueno, nos permitirá descansar». Cuatro meses después, Florentino le destituyó y el equipo acabó esa parte del año –que no la temporada, pues se habían alzado ya Supercopa de Europa y Mundial de Clubes- lejos de los títulos, dando una imagen discutible en la eliminatoria de Champions ante la Juventus y fallando varios partidos claves en el pulso con el Barcelona por la Liga. El Madrid descansó más, claro. Pero la inexactitud numeraria vuelve a la carga: hay vida más allá de los gráficos. Hay método. Y esta temporada, en la que el Real Madrid ha descansado más de media que Barcelona y Atlético, lo ha vuelto a demostrar.
Ni Zinedine Zidane ni Diego Pablo Simeone utilizaron esta arma de cara a la final de Champions de Milán porque ambos habrían tenido razón: en igualdad de condiciones, descansaron más los blancos sobre todo por el excepcional viaje del Atlético a Kazajistán en noviembre, donde les esperaba un compromiso a las cuatro de la tarde para el que apenas pararon dos días y medio. Hasta cuartos de final, donde el Barcelona tuvo más de 20 horas de descanso globales que el Atlético y aun así cayó eliminado, los del Cholo podrían haberse visto ampliamente agraviados, pese a que los horarios de Kazajistán y la participación del Astana en la Champions son ventanillas en las que este tipo de reclamaciones se pueden empantanar. Sin embargo, desde cuartos, el Atlético descansó algo más que el Real Madrid, con ambos ya vivos únicamente en estas dos competiciones y los de Zidane, además, apurando hasta el último día para pelear la Liga al Barcelona. Hasta la final de Milán, el Madrid tuvo ocho horas más de descanso que el Atlético en partidos de Champions. ¿Pero habría marcado Juanfran el penalti de la tanda de haber sido al revés? Probablemente tampoco.
Desde el inicio del ejercicio en agosto, mes en el que el Barcelona ya se había cargado de partidos (cinco) en comparación con Madrid y Atlético (dos), los blancos sólo salieron perdiendo de la comparativa en descansos después de los compromisos internacionales de sus jugadores, algo que tampoco es baladí teniendo en cuenta el porcentaje total de la plantilla que representan (cercano al 95%) y considerando las diferencias horarias de los diferentes partidos, con sus respectivos desplazamientos y las tradicionales molestias y lesiones derivadas que, por ejemplo, han dado al traste con la temporada de James Rodríguez. Barcelona y Atlético fueron los que más descansaron tras los cuatro parones de selecciones (dos veces cada uno), quedando el Madrid a 12 y 14 horas de diferencia de media respectivamente.
Huelga decir que el número de partidos disputados en el cómputo general del año es un dato esencial para tomar este de los descansos en perspectiva: no en vano, el Barcelona, por su participación en las supercopas y el Mundial de Clubes, ha disputado 62 encuentros en total, por los 57 del Atlético y los 52 del Real Madrid, eliminado a las primeras de cambio de Copa del Rey gracias a la divina providencia de la burocracia y también a algún despiste innecesario de parvulario. Hasta ese fatídico 2 de diciembre en Cádiz, y habiendo disputado los mismos partidos (19), el Atlético había acumulado más horas de descanso que el Real Madrid. El Barcelona, que sumaba cuatro encuentros más (23), llevaba lógicamente menos tiempo medio de reposo (hasta diez de horas respecto de los de Simeone). El mes de enero, donde por su participación en Copa culés y colchoneros casi doblaron los compromisos del Madrid (9 por 5), fue el que distanció definitivamente a los blancos en esta comparativa.
En los especialmente exigentes dos últimos meses de competición (abril y mayo), entre los que se decidieron los tres títulos en juego, Atlético y Real Madrid jugaron un total de 13 partidos por 11 de los azulgrana, lo que les permitió a los de Luis Enrique equilibrar la estadística de descansos. Sin embargo, ni esto fue garantía de nada, pues precisamente la peor racha del club bajo el mando del entrenador asturiano tuvo lugar entre el 20 de marzo y el 17 de abril, logrando una única victoria –a posteriori estéril- precisamente ante el Atlético en la ida de cuartos de la Champions League. Sí podrían haber notado este desahogo en el tramo final de Liga, donde también acompañó un calendario menos impertinente que en cambio probablemente compense la dureza del primer mes de competición (agosto) y el último del año (diciembre), en el que además viajaron a Japón a disputar –y ganar- el Mundial de Clubes.