Sospecho que uno se hace independentista -porque independentista, como ladrón, no se nace: se hace- por razones muy similares, en origen, a las razones por las que uno se hace periodista. Primero, por el olor primitivo de la insurrección. El periodista se autodetermina en busca, siempre dirá, de la verdad. El independentista quiere justicia, pero no una cualquiera: su justicia. Puede pasar que primero se una a una causa aparentemente común y testifique por la justicia de los que tiene alrededor y firman como él; luego reducirá el círculo sólo a quienes comparten todos sus colores. Si en algún instante de este viaje ha lugar alguna contrariedad vital para con el misario, entonces la única justicia capaz es la interior. El independentismo no es sino individualismo atroz compartido, un escalón por encima del nacionalismo regular itinerante, y más o menos aceptado entre una clase cómoda que puede permitirse el lujo de derramar lágrimas -y derrochar claveles- por lo voluble de la identidad y la patria. El periodista, llegado el caso, se enfrentará a la frustración de tener que albergar distintas verdades a las que en principio soñaba con perseguir; el independentista creará las suyas propias para poner el sello a su necesidad tribal.
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El ascendente fenómeno del 1-O en España, desafío secesionista adjunto, se ha cobrado las bajas morales adecuadas. Cada cual ha cumplido su función: aquellos a los que les emocionaba la violencia años atrás se hacían ahora los mártires, indignados por la arbitrariedad policial. Represión, como libertad, es un báculo sin contenido por repetición y sobreexposición. Políticos por accidente que se han adueñado del espectro mediático han encontrado en su desmedida ambición personal un vergel del que alimentar una sospecha histórica, muy perfilada por el constitucionalismo, golosa como pocas para la era de la información. El papel de los medios y los garantes de la seguridad ciudadana frente a la anodina ilegalidad del referéndum catalán y sus tramposos resultados evidencia esto último: una vez puesto en marcha el tren de las sensaciones, niños y mayores por delante, sólo cabía esperar al conteo de víctimas. El abecedario del referéndum, con o sin artículo 155, recorre alguna de las coloridas mentiras del independentismo catalán tales como el pacifismo o la verdad; también reconoce la horrible pasividad de los actores aludidos ante la más flagrante desfiguración de la Constitución. Sin más preámbulos, y tomando como inspiración la antología de cuentos cortos de terror de 2013:
A is for Abuso – De confianza y autonomía. La proporcionalidad de la actuación policial contra los rebeldes ha quedado muy bien descifrada por Félix Ovejero en El País: «La fuerza del orden interviene cuando el delincuente, persistente, ya se ha desentendido de la fase deliberativa»
B is for Barcelona – Enclave sitiado del independentismo de naftalina y también pseudónimo del partido que ha tomado al otrora club de fútbol, ligado ahora a la voz de sus magnánimos pero anticonstitucionalistas amos y pagadores.
C is for Cobarde – El periodismo catalanista se ha posicionado. TV3, pozo de la malversación, se ha encargado de machacar con acierto la propaganda nacionalista hasta el punto de enviar a uno de sus asalariados a saltar sobre el coche aplastado de una unidad de la Guardia Civil.
D is for Democracia – El recurso fonético por excelencia de la batalla de relatos: un comodín ensordecedor al que recurrir después de desvestir las razones democráticas con maniobras reiteradas delictivas.
E is for Elitismo – Una serie de gráficos de Kiko Llaneras demostró cómo el independentismo catalán es, en resumen, una cuestión de ricos. Las generaciones amparadas por el postfranquismo no tienen nada que añorar; los que trajeron al mundo ya ondean papeles y banderas en consonancia a los cuentos de brujas que escuchaban de bebés.
F is for Forn – Uno de los tristes protagonistas mediáticos que saltó a los salones de todo el país -España- tras los atentados en Cataluña ha resultado ser un guiñapo moral, muy alineado con la causa, al que considerar una figura de culto en el proceso separatista. Inane durante el 1-O pero muy erguido en la foto.
G is for Govern – La catarsis de responsabilidades de un Gobierno capaz de adueñarse de un lema antiterrorista para su fiebre reventó con las sonrisas, el odio cruzado y los mensajes de taimada xenofobia previos al 1-O, antes de que el Estado tomara cartas con el despliegue policial al que volvieron a reaccionar con el libro de descalificaciones.
H is for Historia – Probablemente Carles Puigdemont, sabedor de cómo de barato está hoy en día para los escritores el que algo pase por histórico, se dejara nublar por su posición de poder. Bien: lo logrará, pero a su pesar.
I is for Identidad – Una de las proclamas independentistas resuena mucho a épocas anteriores. Su vigoroso nacionalismo no está disimulado en absoluto, y sin embargo cuenta con la sorprendente simpatía de los grupúsculos de izquierda, recelosas habitualmente de estas manifestaciones de unión.
J is for Jubilados – Cabeza de león cuando las generales y punta de lanza de las aglomeraciones ciudadanas durante el 1-O en previsión de que pudieran ser los primeros en recibir de los antidisturbios frente a la nada pacífica resistencia de los independentistas. Un recurso inagotable para la cantera de mentirosos del lado secesionista.
K is for Karma – Otra aparición fantasiosa que sin embargo conjuga la reflexiva casualidad de los altercados: la forma más rápida de no recibir de la policía es no enfrentarte a la policía.
L is for Legal – Kilómetro cero del debate, también para la Unión Europea a la que el grueso independentista, en su burbuja, reclama una atención que no llega.
M is for Mariano – El presidente se ha visto contra las cuerdas como ninguno otro de la democracia española. Es como un poeta enajenado por su lobby, pero la inacción es derrotismo.
N is for Nacionalismo – El basural de los independentistas y su razón. Muy de la mano con las actitudes, censuradas en la acera de enfrente, que reclaman respeto por el orden y la Ley.
O is for Opinión – Más gratuita que nunca, ha sucumbido al peso de las banderas españolas que en incontables rincones del país -España- ha aglomerado la reactividad sentimental. Mal signo.
P is for Puigdemont – Protomártir del referéndum ilegal -ilegal es una coletilla capciosa: como el valor durante el servicio militar, se le supone-, avasallado por la realidad y aplastado por el escaso periodismo independiente que durante estos días se ha ejercido dentro y fuera de las fronteras que quiere flexibilizar. Sí ha dado la cara como títere capaz.
Q is for Quijote – Cada independentista se ve a sí mismo como un héroe en lucha constante contra lo que percibe enemigo a una altura muy diferente de la realidad que vive y disfruta.
R is for Rufián – m. y f. Persona sin honor, perversa, despreciable.
S is for Sedición – Sonaba a literatura francesa y se ha resuelto en consultas de verano muy acertadas. Sí, existe el delito de sedición. Y sí, el independentismo catalán lo sabe y se recrea en ello. Prueba de fe de esta observación es la peligrosa acción del parlamento catalán para con sus propias leyes frente al conjunto de garantías legales dispuestas.
T is for Trapero – Como Forn, protagonista durante los atentados en Cataluña y ahora siervo del silencio. Pareció dispuesto a plegar cartas frente al Ministerio de Interior días antes de la pesada broma del 1-O.
U is for Urna – El receptáculo más dispuesto, con permiso de las cabezas más jóvenes, para la orgía anticonstitucional.
V is for Violencia – La violencia legal, que es un adoquín espléndido para los cuerpos de seguridad del Estado, ha aparecido siempre en los momentos y lugares más cercanos a los indiscretos y rabiosos objetivos fotográficos. Como siempre.
W is for Web – La censura del s.XXI dura dos ratos; los que tarda un cualquiera en clonar páginas digitales que sirvan a los propósitos más pintorescos, sea arrancarse de un país o enlazar descargas ilegales.
X is for Xenofobia – La altura desde la cual muchos independentistas se observan pertenece a la trabajada ilusión que las élites catalanistas han sembrado en las últimas generaciones. Como se dice, con cariño y medida, de los ignorantes y los indignos, efectivamente no son mejores que ningún otro: son diferentes. Y el mérito de ser diferente está sujeto a revisión.
Y is for Yugo – El Estado aprieta pero no ahoga. Pocas declaraciones de independencia unilaterales en el mundo se han resuelto con un par de tuits.
Z is for Zodiaco – Como el independentismo catalán, expresión vulgar de una realidad científica que la opinión pública ha tomado por correcta aplicada a lo irreal o soñoliento. También alineado con las jugarretas de Orson Welles en La Guerra de los Mundos.