La vorágine de reedición en la que parece se ha acomodado un numeroso sector del cine de terror va camino de cobrarse definitivamente otra célebre víctima: el Creep de Jeepers Creepers. Una criatura que en la película de 2001 se aparece a espasmos de puro horror, tal vez inspirados en cine de alta gama de décadas pretéritas, y con un intenso juego de gato busca ratones on the road, que sostiene la tensión intuitiva como recurso en las películas en las que compensa esconder al monstruo hasta aproximadamente la mitad de metraje.
Aquella fue una de las grandes aportaciones del Jeepers Creepers de comienzo de siglo, de igual modo que lo fueron su sencillez y desenfadada puesta en escena, con desarrollo cruel y final trágico incluidos. Las dos secuelas relegaron al Creep a categoría de monstruo de telefilme: más CGI, menos sustos, todo derretido en el pasapuré del canon de faena de aliño. Y hete aquí que, con una franquicia maltrecha que podría haberse quedado en aquella primera película de Víctor Salva, hemos dado con lo que ahora llaman reboot, que es el caso que nos ocupa.
Jeepers Creepers: Reborn sale al mercado condicionada por esa transformación de vital importancia del Creep, el archienemigo, de figura legendaria a matón en serie -humanizado y algo torpón, cosa inaudita-. En la reescritura del monstruo se pierde mucha de la esencia de la historia y eso acaba con prácticamente todas las expectactivas de quien tuviera en alta estima la original, porque sencillamente está reseteando una película extinta.
Los esfuerzos del director finlandés Timo Vuorensola (⎋) en añadir una capa de semi tragedia existencialista, configurando una heroína perseguida por el Creep por un motivo espurio (perpetuarse en un nasciturus), no encajan con ese vicio del Creep de acabar por diversión con todo el que se cruza en su camino. De modo que el resultado de esta cuarta entrega de la saga es un conglomerado de versos sueltos notablemente endeudados no ya con la primera película, sino incluso con la trilogía anterior.
Podemos cuestionarnos a estas alturas casi cualquier cosa sobre las exigencias del mercado y cómo resisten algunos monstruos contemporáneos el peso de pasar de mano en mano y de mente en mente, pero la tenaz falta de ideas en lo que respecta a adaptar estas historias a lo que creemos nuevos tiempos -que en realidad no son tan nuevos- van camino de degollar referencias que ya pasaron el filtro por los pelos en su día. Y el Creep de Jeepers Creepers es una de ellas.
LO MEJOR : Algún guiño a la trilogía original, dos cameos para muy cafeteros y la original escena de apertura
LO PEOR : El océano de piezas desconectadas en el montaje final y la reescritura del Creep como enemigo mundano