Durante el extremo rodaje de Caminantes, el primer original de Orange TV a cargo de Koldo Serra (director) y José A. Pérez Ledo (guionista), el equipo no paraba de advertir a la prensa de que lo que verían sería algo sensiblemente diferente a lo que el público de género está acostumbrado en España. Y dicha promesa, lejos de quedarse sólo en eso, ha resultado en una sorprendente realidad: Caminantes es una serie con corazón de terror retorcido que late fuerte en una narrativa portentosa técnicamente y vanguardista en lo audiovisual que podría, por qué no, liderar tendencia. Grabada exclusivamente con móviles -algunos de ellos reforzados con lentes y equipo semiprofesional- y con escenas multiformato (incluido el vertical) para ajustarse a cualquier pantalla, Caminantes narra la historia de cinco adolescentes que desaparecen mientras intentan completar el Camino de Santiago y cuya pesadilla será montada a través de las imágenes grabadas en sus teléfonos móviles, salpicados de sangre.
Caminantes discurre en dos líneas temporales separadas por 20 años. La reconstrucción de los vídeos de los peregrinos desaparecidos va agregando capas al relato actual, que se va oscureciendo hasta terminar por llevar al límite al espectador. Esta sucesión de pruebas se alterna con distintos cortes de informativos emitidos dos décadas atrás en los que se configura la hipótesis, que casualmente encajaría a la perfección en cualquiera de las obras que este turbulento 2020 está inspirando: un virus de origen desconocido, pueblos confinados, expertos atados de pies y manos a los que no se deja trabajar. Todo imprescindible a la hora de montar una atmósfera enervante en la que el elenco se desenvuelve con notable naturalidad, enriqueciendo también en lo interpretativo un formato de terror habitualmente tan vilipendiado, por barato, como es el found footage.
Es precisamente esta apuesta por el found footage, que a lo largo de la historia contemporánea del terror tantos hitos ha marcado (con Holocausto Caníbal como precursora y las inolvidables El proyecto de la bruja de Blair y la colección Paranormal Activity al frente), lo que redondea, por su naturaleza desenfadada y orgánica, un proyecto ejecutado a la perfección por las partes implicadas. El genial trabajo en montaje y postproducción, las localizaciones, los complejos efectos ambientales y el exigente maquillaje protésico elevan la categoría de Caminantes situándolo fuera de la órbita de trabajos funcionariales para destacarlo como principal descubrimiento del género hasta la fecha en lo que a producción española se refiere. Mención aparte merece la implicación física del director Koldo Serra («he corrido más en este rodaje que en los 20 años anteriores»), a quien es toda una experiencia ver trabajar en estas condiciones -saltos, caídas, frío, agua, barro- móvil en mano. El impactante resultado final no es, en definitiva, casualidad.
Otra condición imprescindible en la dimensión de Caminantes es que se implica en la visita de varios de los subgéneros de terror históricos, como son el mero slasher o el viral, e incluso se permite coquetear con el folk horror. Entre todas estas referencias, en cambio, destaca una con suficiencia: el bumpkin & redneck que sublimaron Wes Craven y Tobe Hooper en los 70 con Las colinas tienen ojos y La matanza de Texas, inspiraciones evidentes que cuadran el gore y la tensión de ciertas escenas de hide & seek en un bosque neblinoso y hostil. También las escenas en interiores esconden no pocas microrreferencias a obras históricas como La Cosa de Carpenter u otras más recientes como Downrange, de Ryuhei Kitamura. La condensación de todas estas ideas, así como el salvaje trabajo de producción y la oportuna ubicuidad del subtexto de la serie ayudan a disfrutar Caminantes como una experiencia inmersiva real en este extraño mundo en que también un filtro de Instagram puede resultar algo fúnebre.