Stephen King ya tiene quien le escriba

castle rock 2018

Una vez celebrados los 70, Stephen King parece haberse desdoblado para siempre en dos: el autor y el inspirador. El primero no descansa: el segundo es inagotable. Castle Rock, la serie de Hulu producida entre otros por J.J. Abrams -sello inequívoco- y que en España emitirá Movistar Plus, constituye el puente entre ambos. El mismo King, que sobrelleva la relación con las innumerables adaptaciones de su trabajo, dio el visto bueno a esta primera temporada de diez entregas que aunque perversa, es sobre todo profunda y multirreferencial, franco homenaje al autor y atractivo primero de su comercialización: «Es realmente buena, cada episodio es mejor que el anterior», escribió. También quiso que el público dejara aparte las muchas referencias a la vasta bibliografía del escritor, algo definitivamente imposible de aislar de la experiencia completa de su visionado. De hecho, y desde un punto de vista puramente lúdico, constituye su fundamental atractivo. No es que la elección del casting facilitara esa abstracción, dado que Bill Skarsgard (el Pennywise del siglo XXI en el remake de IT) y Sissy Spacek (la Carrie de 1976, siglos antes de la infame adaptación de 2013) son cabezas de cartel: pero es que además ninguna de las líneas escatima alusiones. La cárcel donde inicia la acción es la misma Shawshank de Cadena Perpetua, y cuando los narradores sitúan la historia de Castle Rock en el mapa no pierden ocasión de mencionar al perro (Cujo), los estertores de La Niebla y muy subrepticiamente, el episodio de La Tienda del que toma parte otro de los protagonistas, un sheriff Alan Pangborn interpretado por Scott Glenn a quien en la propia adaptación de esta novela dio vida Ed Harris  en 1993. Igual de obvio es el recuerdo a El Resplandor -hay una mid-credits scene en el capítulo final que viene a justificar maravillosamente a todo un personaje- y los guiños visuales a Dolores Claiborne, Cuenta conmigo y el propio IT se hacen notar sin disimulo. En total constituyen una bacanal de menciones atractivísimas, nobles y delicadas para el seguidor de la vida y obra de King, imbricadas en una trama monumental pese a lo ordinario. Migas de pan para sostener la atención de los no iniciados, que reproducen en los veteranos intensas voces nocturnas.

Castle Rock, cuyo primer capítulo podrá verse en España en primicia en el próximo Festival de Sitges (sábado 6 de octubre a las 19:30 CET en el Tramuntana Meliá), representa pues todo cuanto Stephen King ha dado a la cultura mundial del terror pero además desborda una notable vida propia. Una línea argumental maestra, no exenta de caos y desconcierto, que surca rigurosos ciclos de tensión enviando interrogantes de personaje en personaje sin desatender el núcleo. Este no es otro que la aparición en una zona olvidada de Shawshank de un joven que no puede evitar el mal (mención implícita y reverso oscuro de las líneas de John Coffey en La Milla Verde: de hecho hay quien teoriza que son antagónicos) y que acaba siendo defendido por el abogado Henry Deaver (André Holland), un apestado del pueblo que se ve forzado a volver pese al infausto recuerdo que le persigue desde la infancia, pues asesinó a su padre adoptivo en defensa propia. Castle Rock, sin embargo, no reconoce esa razón al Deaver adulto, que porfiará con fantasmas del pasado para resolver la incógnita de su cliente. A mitad de temporada, en un vibrante elipsis difícil de contener, Castle Rock entra en su propia zona oscura para enfrentar a Deaver con el personaje de Skarsgard mientras la semilla diabólica que ha implantado en el pueblo va cobrándose sus primeras e inevitables víctimas. La aniquilación, recta epidemia en la historia de King, es un maná inspiracional en la serie de Hulu y no escatima recursos. El horror es transparente y decidido, no sólo una estrategia. Logra que el espectador dude al situarse y disfrute de la desfiguración con un airado zumbido interior que desemboca en clamor: este muere, este no, este ya lo estaba y a este lo estoy viendo reflejado en todos los libros del escritor y en ninguno concreto. No era sencillo proporcionar al exigente macrouniverso King un producto televisivo de complejidad tan razonable y sedienta: pero así ha acontecido. Fuera del controvertido maizal de sus adaptaciones, Castle Rock representa un importante punto y aparte: todo lo que el autor ha cedido a la industria le vuelve ahora en forma de historia original deliciosamente sugestionada. Era imprescindible que renovara, además, como ha sucedido: todas las referencias merecen su puntada final, su lugar común, su cementerio viviente. Al fin y al cabo, Jackie está trabajando en algo y no es necesario que sea en el Overlook para comprender que a un Torrance no se le puede negar el torrente creativo. Por lo que pudiera pasar.

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