Es ya una tradición que el Festival de Sitges sirva de lanzadera, cuando menos formal, de títulos que en España serían si no carne de la depravada piratería en el mejor de los casos. El programa de esta 51ª edición, uno de los más completos y prometedores en años según los habituales, bebe como siempre de Sundance, donde se estrenaron, además de Hereditary, platos fuertes como Mandy, Summer of 84‘, Assassination Nation o Piercing. La relevancia y alcance de cuanto se publica en grandes medios después de Sitges estimula a la opinión pública, como pasó el año pasado con la residual pero magnífica A Ghost Story (además de la obvia La forma del agua). Esta vez, en la que captan la atención del público nombres como Dakota Johnson, Nicolas Cage o Mel Gibson, el Festival busca su underdog entre otras producciones con un común denominador hacia el que parece dirigirse el cine de terror de finales de esta década: la introspección psicotrópica, la desconexión interior y la siempre vigorizante batalla interpersonal de miedos y complejos, todo a poder ser cincelado con mensaje -mejor si es feminista- distópico o post-apocalíptico:
Sitges 2018: 10 candidatas a sorprender
