La vaca del Barcelona

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No recuerdo todos los detalles de la fábula, pero el contenido no era muy diferente a esto: un sabio maestro y su discípulo caminaban por el campo cuando cayeron en un lugar bastante desolador donde vivía una familia muy pobre que subsistía con lo mínimo. El maestro le preguntó al padre que cómo hacían para sobrevivir en esas condiciones. El padre respondió que tenían una vaca que les daba leche y que con los beneficios que sacaban de la venta de dicha leche iban tirando. Cuando maestro y discípulo marcharon, el primero le dijo al segundo que matara a la vaca, sin darle más argumentos. El joven, aun impactado por el macabro cometido que le había encomendado su superior, tiró a la vaca por un barranco y la mató. Unos años después, el discípulo iba a volver arrepentido a dicho lugar para reconocer su acto y pedir perdón a la familia. Sin embargo, cuando llegó a la casa se dio cuenta de que toda aquella miseria había desaparecido, que todo eran campos sembrados, la casa estaba reformada de arriba abajo y todos vestían buena ropa. El padre de familia le explicó todo: ‘Nosotros teníamos una vaca con la que subsistíamos, pero cayó por el precipicio. Lo que entonces nos pareció un drama, nos hizo recordar y poner en práctica muchas de las virtudes y habilidades que teníamos y que habíamos dejado de lado porque nos habíamos acomodado a vivir de la vaca. Y fruto de ellas hoy somos lo que somos’.

La segunda mitad de la primera temporada de la MSN –la primera también de Luis Enrique– será recordada como una de las más dominantes de cualquier equipo en Europa. Cinco meses no fueron suficientes para que los rivales se adaptaran al devastador movimiento táctico que supuso mandar a Messi a la banda y aceptar que el Barcelona, tras cinco meses inmerso en un banco de pruebas difícil de entender, ya no quería utilizar el balón para empujar lentamente al rival contra su portería sino para alimentar un correcalles en el que ganaría simplemente porque sus ejecutores eran infinitamente superiores a los de cualquier rival. Aquella MSN se benefició del factor sorpresa que supuso renunciar a una identidad que había conseguido fundirse con el escudo, de la misma forma que en la primera parte de la temporada siguiente se apoyaría para lucir en un acercamiento muy serio al juego de posición, devolviendo a su ser a un Iniesta que venía de meses viendo pasar la pelota de portería a portería a toda pastilla. Tras aquel parón de selecciones de marzo de 2016 donde fútbol, ánimo y sensaciones se derrumbaron, cuerpo técnico y secretaría deportiva han adolecido de soluciones para darle sentido a un proyecto de líneas difusas, y la MSN por sí misma no ha sido suficiente.

La MSN aseguraba al Barcelona llegar lejos en las tres competiciones aun jugando mal porque muy pocos equipos pueden oponer resistencia a tanta determinación. Pero cuando la calidad defensiva del rival exigió que el balón llegara a la MSN en las mejores condiciones y no de cualquier manera –la impotencia en las eliminaciones ante Atlético y Juventus en las dos últimas Champions, el 1-1 ante el Madrid en el Camp Nou o el 4-0 ante el PSG son algunas muestras–, estos tres elegidos no pudieron ocultar las miserias colectivas. Neymar se aprovechó del pavor de los jugadores del PSG para dar una exhibición en el 6-1, igual que Messi hizo sangre del desastroso planteamiento de Zidane en el 2-3 del Bernabéu, pero cuando en el último año y medio un rival de primer orden compitió como se esperaba, al Barcelona no lo salvó nadie.

No encontrará el Barcelona jugador más determinante por sí mismo que Neymar, pero Europa ha demostrado que no hay nada más fiable que un equipo bien construido

Cuando en lugar de tener un proyecto el proyecto es un jugador –o dos–, se corre el riesgo de que ese jugador pueda poner al club patas arriba cuando él o su entorno lo vean necesario. Nunca se valorará en su justa medida la suerte que ha tenido el Barcelona con Messi en este aspecto, porque no es lo normal. De la noche a la mañana el club azulgrana es un equipo por hacer, con más de un mes de planificación echado por tierra –un equipo con Neymar es radicalmente distinto a un equipo con cualquier otro jugador–, obligado a buscar jugadores que nadie vende y pagando el sobreprecio que conlleva tener dinero fresco y saberle necesitado.

No encontrara el Barcelona jugador más determinante por sí mismo que Neymar, pero Europa ha demostrado que no hay nada más fiable que un equipo bien construido. De hecho, el Atlético ha sido el mejor equipo de Europa en muchas fases de este último cuatrienio sin disponer de ningún jugador del top 5 mundial, excepto los creados por ellos mismos al abrigo de un equipo en el que el todo es mucho más que la suma de las partes.

Es ahora cuando la constancia del brasileño va a exhibirse desnuda en el día a día, porque sus últimos tres meses de fútbol arrollador no pueden eclipsar un año 2016 impropio del que aspira al cetro del que decide Ligas también en sus picos de forma más bajos. El Barcelona pierde un bastión insustituible pero gana la oportunidad de volverle a montar un sistema de engranaje óptimo al mejor jugador de siempre en su momento de mayor inteligencia futbolística. Si se busca un sustituto de Neymar de forma aislada el resultado ya es seguro que será peor. Así que quizá sea más sano dejar de pensar en el jugador que vaya a liderar al equipo el día que Messi se retire y se empiece a pensar en dejar una estructura de calidad al jugador que venga a liderar al equipo el día que Messi se retire.


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