Antología del Villarato

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Siempre es llamativo lo desapercibida que pasa en España la realidad, que más parece un obstáculo o un condimento en la rutina de ficciones de saldo que el lugar al que entregar los valores primero y los esfuerzos después de quien se diga aseado. Con Ángel María Villar ha ocurrido mucho de lo primero y casi nada de lo segundo; el jefe del fútbol español desde 1988, ahora en Soto del Real junto a su hijo Gorka por presunta administración deleal, estafa, apropiación indebida, falsedad documental y corrupción entre particulares, hacía años que dejaba miguitas al reducido pero gratificante grupo de las certezas al vuelo para un periodismo laxo; alrededor, sostenido en ese clientelismo que denuncia la Fiscalía Anticorrupción, Villar endurecía un nombre -y sobre todo una pose- de tótem pesado, al que cabía entregarse desde los estamentos marcados a cambio de las prebendas oportunas, migajas en todo caso. Siempre fue una guerra de bandos: el que se movía, no salía en la foto.

Como todas las que merecen la pena, esta historia tiene también sus ramilletes. Hace años que Villar estaba marcado a fuego por los escépticos dentro y sobre todo fuera de nuestro país: su particularísimo sentido de pertenencia a la familia del fútbol, su opacidad ascendente, la frialdad con que hacía enemigos aplastados por el código de honor de sus acérrimos y los resultados dentro del exigido deporte español en su época dorada arrojaban una densa sombra de sospecha que, sin recursos, valentía o capacidad era muy difícil de monitorizar. Pero los más cercanos a los asuntos federativos se olían una tostada de esta consideración, aunque en ningún momento quisieran creer que fuera a dar para tanto. Es puro afán de supervivencia: unos por absoluta y desinteresada inapetencia y otros por interés personal o profesional, cada uno de los informadores silenciosos de entonces que ahora claman son tan responsables y cómplices de la catástrofe como lo pudiera ser el mejor siamés de sus colaboradores. Lo mejor es que lo saben: lo peor es que están haciendo cuentas de cara a próximos patrocinadores. Y hablo en todo caso de periodistas de los llamados de raza, que ya es una etiqueta inocua para el poder: esos periodistas tan baratos a los que se puede comprar únicamente con un gesto. Periodistas de grandes medios y grandes grupos que tras la detención del presidente de la RFEF aún pasean más luto que arrepentimiento. Bueno está.

Lo de Villar, que en los fueros forofos -pero ya veis, nada febriles- de un director concreto fue bautizado como Villarato, ha explotado en direcciones inauditas. La Operación Soulé que lo ha sacado de su trono sólo ha cepillado numerología de 2009 en adelante: aún arrinconado y amenazado, Villar nunca ha tenido la necesidad de defenderse más que con bravatas, altivo y pendenciero, hosco y violento. Ante el contado periodismo rebelde y sobre todo ante las esferas superiores que lo atosigaron, entre ellas la FIFA a la que se refería como su gran familia horas antes de que, en diciembre de 2010, Blatter leyera en dos papeletas los nombres de Rusia y Qatar como organizadores de los mundiales de 2018 y 2022. Claro que la ambición escalonada de Villar venía de antes: su nada disimulada enemistad con Javier Tebas, presidente de LaLiga desde 2013, se remonta a comienzos del siglo XXI, cuando Tebas preguntó a la RFEF por los viajes de familiares y amigos de directivos al Mundial de Corea y Japón. Luego llegó el asunto de las bonificaciones retenidas por lesiones de futbolistas durante los compromisos de selecciones, algunas de las cuales acabaron siendo pagadas hasta con siete años de retraso previa petición de la Audiencia Nacional que reabrió el caso apenas un año después de archivarlo.

villar fichado portada sphera 19 julio 2017
Portada de Sphera Sports el 19 de julio de 2017

Las lindezas mortuorias del Villar presidente son incontables y periodistas como Idoia Sota (El Confidencial) sí han estado detrás. Suyas fueron, a finales de 2013, algunas de las mejores notas sobre el comentado Caso Federación que no depuró responsabilidades: tratando de contrastar la información sobre la firma de un contrato por parte de la RFEF, «con una organización criminal», tocaron hueso y dieron con el hilo del que fueron tirando. El Confidencial, medio conocido por Idoia con anterioridad, sirvió de puente a una información ofrecida a Acuerdo, proyecto responsabilidad de la periodista, Premio Larra 2010 de la APM a la Mejor Periodista Joven. Nacho Cardero apostó por la historia, Idoia se trasladó a la redacción en Pozuelo y trabajó con Kike Marín en la elaboración y publicación de historias como esta que denuncia la creación de una escuela ‘fantasma’ en Arabia Saudí. Idoia, que todavía guarda «reliquias que conforman un cajón de periodista» con informaciones que no ha podido probar por la obstaculización de terceros, no esperaba la detención de Villar: «Todos sus casos prescribían, se retiraban denuncias a cambio de puestos, y de hecho conseguía quedar como el tonto útil sin el cual no sería posible la trama pero que no parecía conocer sus entresijos ni los aprobaba».

Este es uno de los puntos: la resistencia de Villar a la justicia. Ni el caso Recreativo -con falsedad documental probada por peritos caligráficos-, ni los tintineos por el affaire entre Qatar y España ni las continuas acusaciones por parte de LaLiga de entorpecer el trabajo de higienización del fraude deportivo y los saldos arbitrales varios había logrado hacerle a un lado. Y este año, reelegido en unos comicios viciados que aplazó casi año y medio respecto a la fecha original, tampoco parecía que fuera a caer: imbatible, eterno y especial, pintaba a mandato de leyenda ante la estupefacción general. Justo este año, que Jorge Pérez –denunciante tardío de algunas de las prácticas más usuales del Villarato, ya en calidad de candidato- parecía dispuesto a relevarlo: justo este año, que la FIFA lo salvaba definitivamente en el informe Garcia publicado al fin, que escudriñó las vergüenzas de la adjudicación de los mundiales de Rusia y Qatar entre los miembros del propio organismo. El periodismo internacional se preguntaba y con razón cómo era posible que la UEFA interpusiera por sorpresa a un candidato desconocido antes que al longevo Villar para relevar al también corrupto Michel Platini; pero sobre todo, no codificaba que Villar saliera indemne de cualquier miramiento pese a los indicios con los que sí se han inhabilitado y apartado otros miembros. En este punto cabe recordar que pese a que la fiscalía suiza ha aparcado su nombre, la estadounidense y la francesa siguen detrás de las pistas que ha dejado la investigación del FBI en 2015.

Villar prácticamente volvió a nacer el día que Joan Gaspart logró voltear, de manera un tanto ominosa, unas elecciones a la RFEF que se inclinaban hacia Gerardo González, dicen que el candidato favorito de Florentino Pérez. Lo cuenta muy bien aquí Pepe Kollins, y no es una historia en absoluto desconocida. Sobre el desempeño de Villar al frente del fútbol español se ha escrito mucho pero se ha investigado muy poquito: periodistas de altura destinados a Nyon se quedaban con el molde y volvían con las manos vacías o desoían informaciones de terceros con recorrido. Ni en Francia ni en Inglaterra se han medido los límites a la hora de relacionarle, a él o a su hijo Gorka, con el reverso del fútbol no tan moderno.

La desviación de fondos en beneficio de los suyos, a los que ha debido una vida dedicada al reojo, lo ha guillotinado en mitad de un 2017 aciago en lo federativo y muy feliz en lo deportivo para uno de los enemigos declarados del Villarato. Entiéndase Villarato no tanto por la acepción primigenia sino por esta ultimísima que lo recoge como maestro de llaves de muchas de las desvergüenzas que han aquejado al fútbol de aquí fuera de su burbuja. Daudén Ibáñez, exárbitro de La Liga, se ha pronunciado aliviado; Paradas Romero, una vez retirado, puso el punto sobre el Comité Técnico de Árbitros -y su jefe Sánchez Arminio, mano derecha de Villar-; y cabe esperar que Muñiz Fernández, agraviado por un error de interpretación con más relevancia mediática de la que nunca ha tenido ningún otro traspié, pase también por vicaría cuando le toque. El carrusel ahora de arrepentidos va a dar la vuelta al globo y ahí cotejaremos lo portentoso del rostro cínico del infiltrado en el basural de favores. Porque lo que sí tienen todos claro a partir de hoy, periodistas incluidos, es que desde la cárcel va a resultar más complicado agradar.


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