Ya estamos todos

Diego Costa Atletico de Madrid 2018

Diego Costa sirvió en Lérida las primeras gotas de sangre al Atlético de Madrid más ecléctico de la era Simeone, sólo entusiasmado con la constante única del resultado corto. En el Atleti no sangraba tanto nadie ni tan bien desde que Ramos marcó el territorio a Mandzukic el único de los últimos cuatro años que los blancos no han ganado la Champions League. Aprovechando el tedio de los lazos amarillos y el resultado muy a favor del constitucionalismo, Simeone liberó su opción de calentar 2018 en el marco de la no siempre diligente Copa del Rey. Y recuperó, para algo menos de media hora, a un Diego Costa que no disputaba partido oficial desde el 11 de junio durante la sufrida victoria de España ante Macedonia en la que marcó. Una vez constatada la ruptura con Conte en el Chelsea y mientras el Atlético purgaba su sanción FIFA por llevar al extremo la caza de talentos, Costa estuvo afinando su figura a las órdenes del cuerpo técnico, recobrando músculo, quebrando grasa y tomándole otra vez el tacto al fútbol de barrio que Inglaterra castiga tan justamente -y por el que se ha perdido 12 partidos en tres temporadas en Londres-. Salió al campo de la mano de Antoine Griezmann, la pareja necesaria del hispanobrasileño hasta junio, marcó a los cinco minutos un gol que le valió la primera herida del año natural y siguió persiguiendo cada opción, fiel a su sangre y a la pata coja, hasta que llegó el final.

En clave atlética, la incorporación de Diego Costa suscita cierto desborde de la tensión por aquello de que este año el equipo estaba faltando a su máxima: marcar lo imprescindible. Aunque afinado en las últimas semanas, la falta de acierto sobre todo del referido Griezmann en los primeros meses de competición ha bastado para que el equipo le perdiera la cara, por ejemplo, a la Champions. La Europa League, terreno en absoluto hostil para el recuerdo colchonero, medirá la potencia de esta incorporación y quién sabe si no también la Liga, que aunque parece tener dueño, puede proveer aún de mucha iconografía al su todavía incompleto álbum. Los derbis ante el Real Madrid, que habían perdido esa tos en las últimas dos temporadas, pueden volver a ser lo que fueron antes de la Décima. No menos interesante parece la noticia en clave selección española: Lopetegui, a diferencia de Del Bosque, sí pretende un nueve y no ha cejado en la búsqueda de uno desde su nombramiento. Con Costa ha contado en las duras, conque cabe imaginar que será su referencia en las maduras salvo que Morata, que ha sido también su relevo en el Chelsea, se lo gane especialmente y siempre que quepa mejor en ese fútbol moderno a tres alturas con el que España ha arrollado camino a Rusia 2018. Con Costa recuperamos al jugador más importante al que podía aspirar el Atlético más necesitado, y por el temido efecto rebote, veremos revitalizado el interés por la guerra.

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