Siempre sale el sol en Alemania

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La selección alemana se ha despedido de la Eurocopa, pero las sensaciones que dejó frente a Italia y Francia dejaron la impresión que hacía las maletas el mejor equipo de la competición, y que su proyecto goza de buena salud. Por supuesto, la no clasificación para el último encuentro tiene varios argumentos poderosos que explican las consecuencias, pero también que la evolución del equipo y la mano de Joachim Löw durante las eliminatorias corrigieron algunas carencias que la selección alemana había venido mostrando durante la fase de grupos.

Alemania se presentó al torneo con una idea de juego muy ofensiva, y en los primeros partidos mostró algunos problemas para estar equilibrada. Löw apostó por un 4-4-2 en el que Draxler, Müller, Özil y Götze, sus atacantes, tenían mucha libertad para ir a zonas interiores y participar, y le pedía a ambos laterales -Hector y Höwedes- que ganasen mucha altura. Eso, unido a la naturaleza agresiva de Khedira, hizo que Alemania quedase excesivamente expuesta una vez perdía la pelota.

Las sensaciones ante Italia y Francia dejaron la impresión de que hacía las maletas el mejor equipo de la competición

Frente a Eslovaquia, en los octavos de final, Löw decidió mantener la misma idea, aunque en esa ocasión todo funcionó de forma mucho más fluida. Boateng y Hummels impidieron al cuadro eslovaco contragolpear con facilidad, mientras que el equipo por fin añadió algo de desborde en el último tercio gracias al buen encuentro que realizó Draxler, algo de lo que también careció en muchos momentos de los tres partidos iniciales. Alemania consiguió asustar tras ese choque, pero Löw era consciente de que el equipo tenía problemas estructurales que podían ser castigados cuando los rivales fuesen de mayor enjundia.

Joachim Löw se adaptó con acierto

El encuentro que Italia disputó en los octavos de final frente a España demostró que el cuadro de Antonio Conte era uno de los que mejor rendimiento estaba dando en el torneo, y el técnico alemán decidió adaptar su dibujo para ganar en control. Fue la primera gran aportación del técnico en esta Eurocopa, y confirmaba que todas las probaturas hechas en los dos años desde que acabó el Mundial tenían un sentido concreto. Löw creyó que para ganar había que adaptarse, y los encuentros ante Italia y Francia -a pesar de la derrota- le dieron la razón.

Italia había mostrado frente a la selección española un gran acierto en la presión y el contragolpe, así que Löw decidió emplear un jugador más en la salida de balón -fue el único encuentro del torneo en el que jugó con tres centrales-, y también utilizó a un Mario Gómez que ya se estaba ganando el sitio como referencia en la posición de 9. El resultado fue un control constante del juego, y a pesar de que un error de Boateng hizo peligrar la eliminatoria, la Mannschaft fue muy superior a su rival y logró limitar ese peligro a la contra del combinado azzurro.

Ante Francia, las sensaciones fueron incluso mejores, hasta que Antoine Griezmann se erigió como héroe y tiró por tierra el buen trabajo de los de Löw. Esta vez el preparador alemán apostó por un 4-3-3, en el que Schweinsteiger actuó como mediocentro, y Emre Can entró en el once para jugar como interior derecho, dejando a Kroos el perfil zurdo. Alemania consiguió equilibrio en su funcionamiento con balón, encontró a Özil con continuidad y logró recuperar la pelota arriba y seguir generando ocasiones.

Alemania perdió la semifinal no sólo por Griezmann, sino por dos regalos impropios de Schweinsteiger y Neuer

Sorprendentemente, el conjunto de Löw acabó perdiendo la semifinal no sólo por Griezmann, sino por dos regalos impropios de dos futbolistas de enorme experiencia como son Schweinsteiger y Neuer, y a la floja prestación dentro del área rival de Thomas Müller, sin acierto en un arte que domina con muchísima solvencia, como es encontrar posiciones de remate y aprovechar pelotas que cayeran cerca del arco rival, algo que no puede achacarse a una escasa producción colectiva. Detalles que apearon a una muy buena Alemania de la competición.

Bases sólidas para el futuro

Alemania ha alcanzado las semifinales en las seis últimas fases finales, y es indiscutible que su jerarquía a lo largo de los años es lo que le ha permitido competir siempre y tener un palmarés envidiable. Sin embargo, lo mostrado en los últimos años deja claro que el fútbol germano ha tenido una evolución muy correcta y bien adaptada a un juego que cada vez tiene más matices, y esas adaptaciones de Joachim Löw frente a Italia y Francia demuestran que la cultura de juego es más rica y capaz de enfrentar a las diferentes situaciones que exigen los tiempos que corren.

Esa base unida al histórico gen competitivo alemán obliga a pensar que el futuro del equipo está realmente bien apuntalado. Weigl, Kimmich o Leroy Sané hacen pensar, además, que el fútbol alemán cuenta con algunos futbolistas que pueden dominar sus posiciones en el futuro reciente, por lo que es obligatorio creer que todo ese talento bien guiado -y Joachim Löw ha demostrado durante esta Eurocopa que está perfectamente capacitado- hará a Alemania volver a levantar un trofeo en un futuro próximo.


Foto: bavarianfootballworks.com

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